Prólogo

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La cafetería estaba vacía. Al menos eso parecía a simple vista desde el otro lado de la calle donde Marina miraba. Así que pasó de largo.

Sin embargo, dentro, había alguien.

La persona en cuestión bebía café, descafeinado, porque en cierto sentido era su favorito, igual que el sitio en el que estaba sentada, o sentado, en este caso.

Le pasaban por la cabeza mil y un pensamientos que no lo llevaban a ninguna respuesta buena. Su vida, ese era el problema.

Morir, o vivir. Esa era la cuestión para entonces. Y de verdad que no sabía qué hacer.

Tenía todo lo que un chico en el bachillerato pudiera tener. Amigos, popularidad, novia, dinero, un auto… en fin, muchas cosas. Y a pesar de eso, había algo, algo que no lo llenaba. Nunca había imaginado el éxito escolar que tendría cuando apenas había entrado a la secundaria, alrededor de cinco años antes, era un nerd, un asocial, un donnadie.

La idea para muchos otros era clara.

No puedes negar tu pasado, este te seguirá hasta el día de tu muerte.

Quería ser, por lo menos un día, el chico que era antes de tanta falsedad. El chico que tenía orgullosos a sus padres, pero no con popularidad, sino con calificaciones.

Tenía que irse para empezar de nuevo. Era necesario.

Suspiró.

Cogió una servilleta y con una pluma, que yacía dentro de su mochila, escribió una nota.

‘No tiene sentido la vida si no la vives como quieres. Me voy.’

 

Así fue como comenzó la historia. Al menos para Marina, porque ella, era el cero a la izquierda, más cero que pudieras encontrar en aquel sitio.

El chico salió del café y caminó sin saber a dónde, o quizá, sí lo sabía.

No somos amigos ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora