¿Verdad a medias?

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  • Dedicado a Magalli Dominguez Flores
                                    

“Quiero viajar por el mundo pero yo, yo no puedo hacerlo solo”.

—KODALINE. Brand new day.

—¿Quién? —Max se estaba arriesgando mucho al improvisar de esa manera.

—No estamos jugando, niño —sentenció el detective y entró en la habitación.

El hombre y el policía buscaron en todos los lugares donde podría haber un escondite. Tardaron cinco minutos en revisarlo todo una y otra vez.

Por fortuna, la única ropa que Marina llevaba consigo cuando partieron de su ciudad lo traía puesto todavía. Max intentó relajarse con los hombres dentro de la habitación, comportándose con la mayor paciencia posible y con suficiencia.

—¿Dónde está? —Preguntó el detective con molestia, pero era obvio que no sacaría una respuesta de Max, porque, igualmente no sabía dónde estaba Marina.

—Yo estoy solo, no sé a qué se refiere, señor.

El hombre hurgó en la maleta que Max había llevado consigo. Todo lo que había dentro era de él.

—Entonces por qué has dicho: qué bueno que —el otro policía parecía analizar a Max, mas no cedería a la presión de ambos sujetos.

—Porque he pedido comida y no me la habían traído. Por un momento pensé que serían ellos —la respuesta y el tono de esta eran tan convincentes que no había mucho más que discutir.

Max regresó a la puerta de la habitación con la llave en mano y, con un gesto gentil invitó a los hombres a salir.

—Si me disculpan —el chico sonreía—, necesito ir a ver qué ha pasado con mi comida.

El detective y el policía se miraron mutuamente como si intentaran ponerse de acuerdo en lo que harían después. Ambos asintieron a la petición del muchacho y salieron de la habitación sin más.

El chico los vio alejarse.

Cuando hubieron desaparecido por el elevador, Max suspiró y decidió tomar las escaleras.

¿Dónde estaba Marina? ¿Cómo los habían encontrado tan rápido? ¿Tan mala suerte tenían?

Y la respuesta rápido acudió a él; la llamada de su madre.

No sabía cómo ni por qué su familia estaba colaborando con la policía, mucho menos sabía qué tanto esos sujetos habían escuchado de la conversación y Max no recordaba si había dicho que estaba con Marina, esperaba no haber metido la pata.

Una de las otras cosas que lo tenían inquieto era que la policía lo estaría siguiendo adondequiera que fuera. No podía acudir a la dirección que su madre le había ofrecido (que estaba en duda que fuera real) sin Marina, mucho menos con los tipos esos detrás de él.

Por lógica, la dirección era falsa.

Bajó las escaleras con lentitud pensando en todo lo que habían pasado él y Marina para estar acorralados en ese momento en un hotel en medio de una ciudad desconocida.

Tenía que hallar la forma de encontrar a su amiga, y eso si es que no la habían atrapado ya.

El móvil de Marina comenzó a vibrar dentro de la bolsa de su pantalón. Lo sacó y miró con detenimiento la pantalla antes de atreverse a contestar: Número Desconocido.

Lo pensó durante unos segundos y decidió contestar a sabiendas que si era la policía tendría que moverse cuanto antes.

—Diga —soltó al apretar el botón verde de llamada.

No somos amigos ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora