—¡No! —Dice Daniel al instante—. No pueden llevársela.
La mano del detective Miranda me sostiene el brazo, haciendo que me ponga de pie. Contemplo un momento la cara de Daniel, puedo ver una especie de pánico en su mirada, terror, es una expresión suya tan difícil de entender que tal vez él mismo no entiende.
—¿Y su acompañante, señorita Real? —Inquiere el detective, refiriéndose a Max. No abro la boca.
El hombre me esposa y junto con su séquito de policías me indican que me mueva. Sé que debería estar un poco asustada por esto, sé que debería luchar, pero ahora que sé que Daniel está a unos metros de distancia de mí, no dejará que me pase esto.
—No puede llevarse a Marina —vuelve a decir Daniel. Hay un enojo notable en su voz, está desesperado.
—¿Y por qué no? —El detective voltea a verlo y se confrontan directamente—. Ella es sospechosa de un homicidio...
—Sin que suene demasiado grosero, hay que ser demasiado imbécil para no reconocerme la cara, detective —le suelta. Me quedo hecha piedra y volteo a ver.
Observo al policía mirar a Daniel, luego toma su celular y ve algo en él. La gente en la zona de comida mira la escena expectantes, algunos se muestran ofendidos por el suceso y se comprende totalmente.
—Nunca hubo un asesinato —dice Daniel—. No sé de dónde salió esa estúpida idea de ustedes. Ni sé si fue mi familia o alguien más. No pueden llevarse a Marina porque no estoy muerto. No hay un delito que perseguir.
—¿Quién eres, muchacho? —Pregunta el detective Miranda con los ojos entrecerrados.
—Soy Daniel Álvarez.
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No somos amigos ©
Teen FictionEl chico que siempre vio junto a su casillero ha desaparecido y lo único que ha dejado tras de su misteriosa desaparición es una simple nota escrita sobre una servilleta. Ella sabe adónde ha ido o cree saberlo, pero no pondrá su atención en ello has...