O 2 - Soccer

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¿Dónde mierda dejé mi celular?

¡Esa boca, enano!

Lo siento, Chris. No encuentro mi celular por ninguna parte. Ya revisé la mochila, el uniforme, revolví lo poco que hay en mi habitación, saqué los cojines y no hay nada. También fui al restaurante y me dijeron que no había nada en nuestra mesa después de que nos fuimos.

El menor caminaba desesperado de aquí para allá en la habitación de su hermano mayor. Sus feromonas de preocupación se esparcían por todos lados, haciendo que el Alfa se mareara un poco. Sin duda alguna, caramelo y café amargo no es una combinación tan acertada en un Omega; normalmente llegaba a ser desagradable para los Alfas, aún sin quererlo. Cuando se cansó de caminar frenéticamente sin rumbo alguno, se dejó caer sobre la cama de Chris, quien lo miró con una mueca y despeinó su cabello.

Si quieres podemos escribir o llamar a tu teléfono. Si alguien lo tiene, quizá nos lo devuelva.

El menor asintió, un poco más calmado. Ambos se sentaron de piernas cruzadas sobre la cama, frente a frente. Chris, quien había estado chateando con un bonito Omega al que estaba cortejando, buscó el número de su hermano y marcó, para pasárselo y que respondiera. Jake esperó unos cuantos tonos, hasta que alguien atendió la llamada.

¿Hola?

—¡Oh, eres tú, el chico de las pecas, el dueño del teléfono!

El muchacho no pudo recordar de inmediato quién era la persona que lo estaba atendiendo. Tampoco entendía muchas de las palabras.

—Lo lamento, yo no hablar bien coreano. Pasaré hermano.

El menor, confundido y nervioso, le lanzó el teléfono a Chris, quien lo puso en su oreja y comenzó a hablar en coreano con la persona al otro lado de la línea. Lo veía asentir y decir cosas que realmente no entendía, hasta que por fin la llamada terminó.

Dice que estudia en la Academia. Se chocaron en el pasillo y dejaste tu teléfono, así que se lo llevó consigo. Planeaba buscarte mañana para entregártelo. Su nombre es Park Sunghoon.

De inmediato, la memoria de Jake trabajó al máximo. El olor a menta invadió sus fosas nasales, como si el Alfa estuviera ahí con él. Sacudió la cabeza y se centró. Por lo menos no había perdido su teléfono.

→◦「🍂」

Jake era un alumno muy responsable. Solía ser uno de los primeros en llegar a la escuela. Su uniforme siempre estaba cuidadosamente bien planchado, y nunca podía salir de casa sin su caja de supresores de aroma. Era innecesario, ya que según las normas del colegio sólo era obligatorio usarlos cuando estuvieran cerca de su celo y hasta un par días después de haberlo pasado; pero a Shim Jaeyoon no le gustaba que olieran sus "desagradables" y potentes feromonas.

La Academia estaba casi vacía a esas horas de la mañana, a excepción de unas cuatro chicas y un grupo de chicos con computadoras. Se acercó al que sería su casillero y lo abrió con la llave que le entregaron. Dejó un par de libros dentro, además de algunas cosas que había traído para tenerlas a mano por si las moscas. Cerró su casillero y comenzó a caminar por ahí, mientras esperaba pacientemente a su nuevo amigo.

No pasó mucho tiempo para que aquel cálido olor a madera se hiciera presente. Giró a ver a su nuevo amigo, quien al verlo, bajó la cabeza y pasó de él, con las espalda encorvada y a pasos rápidos.

¡Oye amigo, buenos días!

El joven Alfa no respondió, lo que le hizo fruncir el ceño a Jake con confusión. A pasos rápidos, logró alcanzar al americano.

Don't look at me! [ˢᵘⁿᵍʲᵃᵏᵉ] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora