2 8 - The Diary

947 152 54
                                    

Jake corrió a toda velocidad hasta su departamento. No le importaba que ya fuera de noche y que Chris le haya pedido que le avisase para pasarlo recogiendo por si algo sucedía. Las lágrimas se resbalaban sin cuidado algunos por sus mejillas, como un par de melancólicas cascadas que no pueden detener el fluir de sus aguas.

Había algo en su pecho que lo hacía sentir miserable. El corazón bombeaba con mayor fuerza de la habitual y sentía que en cualquier momento podría explotar dentro de su cuerpo, como lo hace un corazón desdichado y perdido, sin rumbo alguno.

Las personas a su alrededor lo veían pasar y alejarse, entre preocupados y curiosos de lo que le pasaba aquel chico. Se encontraba desesperado y completamente absorto de lo que pudieran decirle o no. Ni siquiera se dio cuenta de que los semáforos que cruzó a paso veloz, seguían en rojo.

Entró al edificio, dejando que las puertas se cerraran de golpe, sin poder contener sus manos temblorosas. Decidió no esperar al elevador y subió las escaleras.

Pero con cada escalón que subía, se sentía más pesado y horriblemente mareado. Los peldaños se le hicieron demasiados y muy grandes, además de que la sensación de estar encerrado en aquel pasillo con iluminación escasa lo estaba sofocando. No pudiendo más con su propio peso, se dejó caer sobre las escaleras, en donde se acurrucó en posición fetal y lloró silenciosamente, sin que nadie pudiera molestarlo.

Para la suerte del Omega, ninguna persona en su edificio solía usar las escaleras frecuentemente, puesto que el elevador siempre estaba al servicio de todos. Pero una anciana iba pasando por la puerta que llevaba directo a las escaleras y escuchó sus fuertes y desventurados sollozos, así que asustada, entró.

Siguió el sonido de los gimoteos, hasta que divisó a un muchacho hecho bolita en el medio de las escaleras, clavando sus uñas de sus propias piernas. Preocupada, la señora se acercó a Jake, quien se espantó y levantó la cabeza. Sus ojos se habían hecho diminutos y completamente rojos. Sus mejillas estaban pintadas de un fuerte carmín y sus labios estaban completamente hinchados.

—Oh cariño, ¿Estás bien? —Inquirió la señora, a quien reconoció como su vecina. El Omega, temblando de manera incontrolable, se limpió las lágrimas con la manga del suéter. Cosa que fue un desperdicio, ya que las lágrimas volvieron a escaparse. Sin pensar mucho, se colgó de la Beta y lloró nuevamente, ahogando sus sollozos en el hombro de ella. —Shh, tranquilo. Todo está bien...

Tranquilizó, acariciando la melena alborotada de Jake, intentando que el menor se calmara para poder llevarlo a su hogar. Así permanecieron unos largos minutos, en donde el australiano casi estrangulaba a la pobre anciana con su abrazo. Una vez que el llanto se apaciguó, la señora Kim tomó su mano y lo acompañó escaleras arriba, hasta llegar a su departamento.

—M-muchas gracias, s-señora K-kim. D-disculpe p-por mojar s-su a-abrigo. —Tartamudeó, sintiendo como su cuerpo se sacudía de manera salvaje.

—No te preocupes, pequeño. Ahora entra y come algo, toma un baño y haz algo que te haga sentir mejor. —Respondió, limpiando el rostro del más alto con cuidado. Jake sintió como su Omega se sentía mucho mejor ante aquel acto tan bondadoso que su vecina había tenido con él, así que le dio un fuerte abrazo, se despidió y entró en su departamento.

Santa Diosa Luna, como amaba estar en casa. Aquellas vibras que emanaba su hogar era probablemente el mayor remedio que pudiera consumir. El olor a galletas de chocolate llegó a sus fosas nasales, indicando que Felix las había preparado mientras estuvo afuera. Y en efecto, había un plato con cinco grandes galletas sobre el mesón, junto con una nota escrita a mano en un post-it amarillo.

"Salimos a hacer las compras del mercado. Volveremos más tarde. Puedes comerte las galletas que están sobre el plato con un vaso de leche :)"

Las ganas de llorar volvieron a instalarse en la boca de su estómago, pero pensó que realmente sería de más ayuda tener un momento de soledad para sentirse mejor. Suspirando, se sirvió una taza de leche y cogió el plato para después llevarlo hasta su habitación y dejar las cosas sobre su escritorio.

Don't look at me! [ˢᵘⁿᵍʲᵃᵏᵉ] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora