O 8 - Chris n' Gia

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Maratón, primera parte.

El lunes llegó, y con él, la primera práctica de fútbol. Jake estaba irremediablemente ansioso, tanto que se despertó a las cuatro de la mañana, sudando frío y preocupado por lo que acontecería esa tarde. Como por más que intentó, no pudo conciliar el sueño, se levantó y ordenó su habitación lo mejor que pudo. Abriendo un par de cajas que aún seguían en una esquina y decorando un poco para que dejara de parecer una cárcel. Puso unos cuantos pósters de sus bandas favoritas, de las películas y series que tanto lo habían atrapado. Sacó la vieja cámara instantánea que Chris le había enviado por su cumpleaños 16, esperando que hallara distracción en la fotografía.

Al no poder hacer mucho fuera de su habitación, se dedicó a tomar fotos de todo cuanto captaba su atención. Desde aves hasta plantas, de personas en la calle y familias felices. Agrupó la pequeña pila de fotos Polaroid y decidió cuáles eran las mejores, para así comenzar a llenar la vacía pared frente a su escritorio. Su hermano le estaba dando una vida casi de ensueño para alguien que había sufrido tanto. Chris le daba mucho más de lo que pedía, lo que a veces lo hacía sentir como un aprovechado, pero su psicóloga le había aconsejado hablar con él sobre mimarlo en exceso. El Alfa casi se había echado a llorar en cuanto Jake le dijo que no tenía por qué tratarlo como a un bebé, hasta que el moreno terminó cediendo ante los ojos cristalizados de su hermano.

Más que hermanos, parecían padre e hijo. Si, Chris tenía veinticinco años, pero trataba a Jake como si fuera su primogénito. Intentaba cubrir todas y cada una de sus necesidades, una de las razones por las que daba hasta la última gota de sudor en el trabajo. Se sentía culpable por no haber estado ahí para evitar tantas cosas, por no haber podido llevarse consigo a Jake cuando partió a Corea del Sur. El menor tenía teléfono en Australia porque él mismo se lo había comprado cuando obtuvo su primer sueldo allá en su país. Lo había tenido que esconder muy bien de sus padres, quienes fácilmente se lo habrían quitado para dárselo a cualquiera de sus hermanos, aunque ya tuvieran uno. No le importaba tener que trabajar el doble para que Jake pudiera ir a la Academia y al psicólogo, puesto que sabía que ambas cosas eran muy necesarias para el Omega. Por eso se sintió tan aliviado de que Felix y Jake se llevaran tan bien; como él no podía pasar tanto tiempo en casa gracias al trabajo, el rubio se encargaba de cuidarlo y darle compañía.

El día en que se dio cuenta de que quería con toda su alma ser el Alfa de Felix, el muchacho se encontraba haciendo brownies en su departamento, cantando y bailando junto a Jake, quién se veía mucho mejor de lo que había llegado. Al ver que su hermanito no estaba en óptimas condiciones para aprender un nuevo idioma sin antes sentirse aunque sea un poco mejor consigo mismo, decidió ir enseñándole cosas muy básicas y sin presionarlo demasiado. Al fin y al cabo, aún tenían un tiempo antes de que las clases comenzaran.

Al ver cómo el Omega iba ganando masa corporal y aquella sonrisa que solía estar siempre en su lindo rostro volvía, algo en su corazón se sintió en paz. Saber que todo ese avance era gracias a él lo hacía sentir útil y valioso. Todo estaba yendo de maravilla: tenía un casi novio increíble, su hermano estaba mejorando, el trabajo era bastante agradable y tenían buena economía. Se alegró en demasía cuando Jake vino a contarle que había hecho su primer amigo después de tanto tiempo, tanto que lo cargó en sus brazos y empezó a saltar de aquí para allá, eufórico. Había pedido conocer al Alfa que había tenido la fortuna de no ser espantado por su (un poco) testarudo hermano. Jay le parecía alguien tan leal con solo echarle una mirada que confió plenamente en que cuidaría de su hermano tanto como él.

Días después, trajo la noticia de haber hecho amistad con una Beta llamada Gia, que era la personificación de bondad. Aunque no la conociera aún, le estaba gratamente agradecido por haber ayudado a Jake en su crisis nerviosa el día en que fue aceptado en el equipo de fútbol. También había grabado nombres en su memoria, como Sunwoo, Riki, Heeseung y Jungwon, quién al parecer, era el futuro Omega de Jay. Todos le caían bien a pesar de que sólo conociera a uno de ellos, pero aquel chico de cabello platinado... Ese chico tenía algo que lo hacía confiar plenamente en él.

Don't look at me! [ˢᵘⁿᵍʲᵃᵏᵉ] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora