2 6 - Tears

924 155 112
                                    

Jake llegó a su casa con una enorme sonrisa en sus labios. Su mejor amigo lo veía de reojo, preocupado por aquel estado casi permanente de euforia que el australiano había tenido desde que salieron de clase. No lo malinterpreten; Jay estaba feliz de que su amigo estuviera con esas buenas energías, pero era extraño verlo así durante demasiado tiempo. Su instinto protector le dijo que algo saldría realmente mal, pero lo dejó pasar. No quería molestar a Jake con sus cosas.

El muchacho bajó del auto de un salto, se despidió del Alfa y caminó directo a la puerta de su edificio. Como el ascensor tardaba demasiado, decidió subir por las escaleras.

En un día normal, después de un entrenamiento, lo más normal habría sido que se quedara a esperar el elevador, no importaba si no llegaba hasta el día siguiente. Pero aquel era un día extraordinario en que no solo subió las escaleras, sino que daba brinquitos cada vez que avanzaba un escalón.

Al entrar en el departamento, se encontró con su hermano tirado en el sofá, comiendo su quinto tazón de palomitas de maíz. Jake lo vio por unos segundos. No parecía el mismo Chris de siempre. Lucía cansado y decaído.

Dejó sus mochilas y sus zapatos en aquel clóset que tenían junto a la puerta e ingresó de lleno al departamento. Su hermano lo saludó con un movimiento de cabeza, a lo que el menor frunció el ceño.

Preocupado, se sentó a su lado y notó que tenía el mismo pijama que estaba usando cuando se fue a la Academia. Observó el televisor, en el que se podía ver claramente a Gumball y Darwin sacando de quicio a Anaís.

—Ehm, ¿Chris? —Murmuró, llevando su vista hacia las manos vendadas de su hermano mayor. El Alfa murmuró en aprobación para que siguiera hablando. —¿Qué pasó con tus manos?

Chris observó sus manos, las cuales seguían vendadas y se asomaban un par de manchas de sangre.

—Estuve golpeando el saco de boxeo sin guantes. —Respondió con simpleza, sin despegar su vista de la televisión.

—¿Y por qué hiciste eso? —Inquirió nuevamente.

—Porque estuve hablando con Thomas y sabes que no me controlo cuando se trata de ese adefecio.

El moreno, preocupado, apagó la televisión. El Alfa bufó, pero luego vio la expresión de su hermanito y se relajó.

—¿Podrías decirme qué está pasando? Siempre estás ocupado en reuniones, llega demasiado correo cada semana, me pides que salga con mis amigos y me dejas siempre al cuidado de alguno de ellos. Te la pasas discutiendo por teléfono y de mal humor. ¿Qué sucede? ¿Ya no quieres que viva contigo? —Habló, sintiendo como el pecho se le comprimía con cada palabra.

El más alto se giró para darle la cara a su hermanito. Debajo de sus pequeños ojos se notaban claramente las ojeras que cargaba desde hace días. Estaba visiblemente exhausto y en cualquier momento, podría quebrarse en mil pedazos.

—Jake, yo... Felix y yo estamos atravesando un largo y complicado proceso legal. Acordamos no decirte nada sino hasta que hayamos ganado el caso, para no ilusionarte si no sucedía. Lamento no poder decirte qué es...

—Entiendo todo eso, en verdad lo hago, pero me preocupas demasiado. No te ves para nada bien, siento que no hago más que estorbar...

—No, Jake. Eres literalmente un rayo de luz en mi vida. Por ti estoy aquí, luchando y dando todas mis fuerzas, porque quiero que tengas la vida que te mereces. Sufriste demasiado y por mi culpa. No dejaré que eso vuelva a suceder.

—¿Cómo que tu culpa? —Interrogó el moreno, con el ceño fruncido y la cabeza ladeada.

—Yo no estuve en casa para protegerte. Si te hubiera traído conmigo desde un principio, no habrías tenido que pasar por todo eso... —Respondió, tomando su cabeza entre sus manos y colocando los codos sobre las piernas.

Don't look at me! [ˢᵘⁿᵍʲᵃᵏᵉ] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora