O 9 - The Fair

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Maratón, segunda parte.

Gia rodeó la mesa, caminando de puntitas para evitar ensuciarse demasiado los pies. Tomó asiento en la silla que estaba al lado de Soobin y se sentó en ella, mientras le ofrecía una gomita, la cual aceptó, tímido.

—Bien. Antes que nada, quisiera aclarar que Jake es una persona increíble y le tengo demasiado aprecio, por lo que esta conversación no es con fines de ofenderlo o hablar mal de él. —El castaño asintió, frunciendo el ceño, confundido. La Beta tomó aire y se preparó para hablar. —Desde que Jake llegó, Sunghoon no hace más que estar detrás de él como perrito faldero. Todo es Jake esto, Jake aquello. Sé que necesita a alguien a su lado, pero jamás pensé que Park se ofreciera como tributo.

—¿Qué insinúas?

—Opino que Sunghoon está interesado románticamente en Jake, pero no lo quiere aceptar. —Sentenció la muchacha, sin saber que alguien más la escuchaba desde afuera.

Jake estaba por ahí, caminando con su amigo, viendo qué podían hacer para empezar su estadía en la feria. Consiguieron un juego de medir fuerza, en dónde fácilmente pudo ganarle a un Alfa fanfarrón que se creía el más fuerte de todos. Ganó un peluche pequeño de pingüino, que ahora cargaba consigo, muy orgulloso.

Se dirigieron hacia el puesto de puntería, en donde si le dabas al botón, el estudiante caía en el enorme balde de agua helada. Sunghoon estaba sentado arriba, viendo con suficiencia a los alumnos con terrible puntería. A pesar de que la feria llevaba ya alrededor de una hora en pie, el muchacho seguía completamente seco y triunfante. Jake sonrió, mientras entregaba dinero a Heeseung, para que le diera algunos sacos y poder jugar, siendo observado por ambos Alfas.

—Jakey, ¿Seguro que quieres jugar? Sé que eres un poco... Competitivo.

—Bah, competitivo mis botas. Quiero ver cómo Sunghoon se congela con esa agua que hasta vapor le sale. —Comentó, con aquella expresión que daba miedo en su rostro. El más alto tragó saliva, observando a través de los cristales de sus lentes al Alfa sentado en la silla automática, quién le devolvió la mirada, nervioso.

—¿Qué? ¿Ahora no dices ni una palabra? Vaya, pensé que el gran Park Sunghoon no le tenía miedo a nada. Quién diría que un Alfa le podría tener miedo a un Omega. —Se burló, observando los saquitos en su mano, esperando por ser lanzados. El juego estaba diseñado para que fuera muy difícil presionar el botón, pero aún así le daba nervios que el moreno lo lograra. Lo conocía lo suficiente como para saber que lo haría en cualquier momento.

Dejó de respirar en cuanto el primer saquito fue lanzado a toda velocidad. Para su suerte, se estrelló a un lado, un poco lejos del botón. El segundo, el tercero y el cuarto fueron tiros desperdiciados, yéndose a todas partes menos a dónde debían ir. Respirando nuevamente, se permitió bromear un poco, confiado en que el último tiro que le quedaba no le iba a bastar para hacerlo caer al agua helada.

—Oh, mira. Tu magia ha desaparecido, Princeso. ¿Acaso necesitas estar borracho de nuevo para poder atinarle? —Esas palabras no hicieron más que condenarlo a padecer un terrible frío repentino. El australiano usó aquellas palabras como impulso a golpear con todas sus fuerzas el botón, lo que logró, haciendo que Sunghoon cayera en el balde, siendo seguido de los ruidos de las alarmas que indicaban haber ganado el juego. Complacido, miró cómo Jay lo veía con miedo y caminó junto a Heeseung, quién lo llevó al área de premios. Escogió un perrito de peluche algo grande, al cuál llamó Layla, como siempre quiso llamar a una mascota. Volvió, con el pecho inflado de orgullo.

Su caminar victorioso fue interrumpido por la imagen de Sunghoon bajando por las estrechas escaleras del tanque, mientras se quitaba la camisa y dejaba a la vista su no muy trabajo torso, mas eran llamativas ciertas partes que Jake no pudo evitar mirar con curiosidad. Su piel era pálida, con las clavículas muy marcadas. El abdomen estaba ligeramente marcado y la V en su abdomen bajo era algo bastante notorio. La forma en que echaba su cabeza hacia atrás y sacudía su cabello empapado lo dejó un poco atolondrado, sumando el hecho de que su manzana de Adán se dejaba a la vista. Estaba completamente embelesado con la escena, que no se dio cuenta de que Jay lo estaba llamando.

Don't look at me! [ˢᵘⁿᵍʲᵃᵏᵉ] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora