Mi Corazón Es Tuyo (#1. Bilogía Amor Eterno)

Malos días para Harper

Capítulo 5

Rebecca

Segundo día trabajando en Art And Freedom, es un logro ya que el rascacielos con traje y yo, chocamos mucho por nuestras personalidades completamente diferentes.

El día aquí en Chicago está fresco, las nubes grises adornan el cielo y parece que en cualquier momento va a llover.

—Vendré por ti a la hora que sales— dice mi tía estacionando el auto frente al edificio.

—Okey— quito el cinturón de seguridad y tomo mis cosas para salir del auto.

—Nos vemos— me despido. No consigo respuesta, mi tía tienen la mirada perdida pensando en no se que.

—¿Pasa algo?— pregunto. No contesta. —Tía— le toco el hombro y salta en el asiento.

—Dime, ¿Qué pasó?— dice a la defensiva.

—¿A ti qué te pasa? Estás distraída— arrugo el ceño. Esta mañana en vez de ponerle azúcar al café le puso sal, se excusó diciendo que tiene mucho trabajo, cosa que no le creo en lo más mínimo ya que nunca la había visto así.

—Ayer...— duda en hablar.—Llegó Nancy a la cafetería— me tenso al escuchar el nombre de esa mujer, nunca la había mencionado, ni yo, ni me tía, nadie.

—¿Ella sabe...?

—No, no— niega rápido.—Ella no lo sabe— toma mis manos.—Estuvo a punto de verme, aunque no lo hizo, ¿Tranquila sí?— dice al ver que no respondo.

Hace cinco años que no había escuchando el nombre de "Nancy" ni de nadie de su familia, es algo que no me gusta recordar porque cada vez que lo hago me duele demasiado, y al saber que estuvo apunto de ver a mi tía me lleno de pánico.

—¿Cres....que vuelva?— ahora soy yo la que queda con la mirada ida.

—No lo sé — niega. Suspiro y recuesto la cabeza en el asiento. Tantos años sin saber nada de ella, de la persona que...

—¿Sabes quién venía con ella?— pregunta mi tía cortando mis pensamientos.

—No

—David— sonríe. Yo también lo hago, oh David, cómo te echo de menos. A él también no lo veo, desde hace cinco años para ser exactos.

—Devo irme— le digo abriendo la puerta del auto.

—Adiós cariño— bajo y camino al edificio.

Hace cinco años mi tía y yo decidimos alejarnos de todos y llevar una vida tranquila, no una llena de problemas, problemas en los que a mí me involucraban cuando no tenía nada que ver con ellos.

Entro por las puertas del gran edificio, al recorrer el camino de la puerta al elevador puedo escuchar murmullos de otras personas que trabajan aquí.

Es la 35...

Es su segundo día...

De hoy no pasa...

Son los comentarios que escucho antes de que las puertas del elevador se cierren. Por lo visto me conocen como la "35" en este lugar, todos piensan que no podré ir al ritmo del jefe.

Las puertas se abren y salgo para caminar por el pasillo que va y da con mi lugar de trabajo. Tomo asiento y enciendo mi computadora para ver algunos asuntos del señor que me mandó la señora Edna. Levanto la mirada de la computadora al escuchar pasos provenientes del pasillo. Al hacerlo me topo con la mirada azulada del rascacielos con traje, cómo de costumbre (desde que lo conocí) trae cara de fastidioso cómo si odiara a toda la humanidad.