Nunca digas nunca

21.4K 1K 110
                                    

Capítulo 26

Enzzo

Había olvidado como se sentía estar enamorado, corrección, creo que ni tan siquiera lo había sentido.

La traición de Sofia me dejó destrozado, era la mujer que quería y me desilusionó de una manera muy cruel. Su amor era fingido cuando el mío era totalmente verdadero, sincero.

Juré nunca enamorarme, jamás volver a caer en las redes de una mujer. Mi objetivo era refugiarme en mi trabajo, hacer lo que mejor hago y lo que más me gusta.

Pero no caer en las redes de Rebecca fue imposible, ella es totalmente diferente a lo que fue Sofia, Rebecca es buena, sincera e inocente. Nunca pensé que esa mujer que casi atropellaba se convertiría en mi asistente, que la volvería a ver y que mucho menos, me enamoraría de ella.

En mi caso no quererla fue imposible, ella tiene algo que me atrae, desprende alegría y soy consciente de que con todos hace lazos. En la empresa todos la conocen, todos la saludan y cada departamento la trata con aprecio. Tiene el don de caerle bien a quien sea, es una mujer buena, linda y para mi suerte, también me quiere, es mi novia y estoy dispuesto a hacer todo lo que sea necesario para que eso nunca se termine, que cada día me quiera más y que siempre esté a mi lado.

Traté tanto cerrarle la puerta y no permitirme concentrarme en ella porque sabía a donde me iba a llevar todo esto. Pero debo reconocer que no estoy arrepentido de tenerla en mis pensamientos y en mi corazón. Creo que es la pieza que me faltaba para estar completo.

Mi corazón es suyo y quiero que siempre sea así, porque la quiero para mí, ella me quiere para ella y no hay nada que cambie nuestros sentimientos.

Siempre quise minimizar lo que sentía y quitarle importancia, y cuando creí que estaba dando resultados, indirectamente me estaba engañando y empezando a enamorarme, a ciegas, sin sentirlo. Todo fue repentino y cuando pensé que la perdía mi cerebro me hizo reaccionar cuando se alejaba.

No me arrepiento, la quiero y punto. Nada ni nadie se interpondrá y el que lo haga tendrá pésimas consecuencias.

—La vida es así.

La puerta de mi oficina es abierta de repente, entra Aarón y camina hasta sentarse frente a mi escritorio.

—Un día dices nunca a algo y al día siguiente ahí estás maravillado con eso.

—¿Otra vez vienes a burlarte?— gruño.

—Compadre tranquilo, esto que te ha pasado es un muy buen motivo para festejar— intenta subir los pies al escritorio y con la mirada le digo todo.

—Vete a trabajar— le ordeno, mirando mi teléfono.

Se supone que Rebecca debió llegar en diez minutos y todavía no llega. Miro el último mensaje que me mandó y tecleo escribiendo:

—¿Estás bien? Ya te tardaste.

—Si no te mirara y me dijeran esto, juro que no lo iba a creer— su voz me hace levantar la vista.

—¿A qué te refieres?

—Sé que no eres fanático de los teléfonos y mucho menos de las redes sociales.

—Son una pérdida de tiempo, lo puedo aprovechar para trabajar, hacer nuevos proyectos y construir grandes edificios.

—Pero estás en...¿WhatsApp? Eso también es un milagro— se burla más de mí y la puerta vuelve a ser abierta.

—¿Llego tarde?— pregunta Simón.

—No— contesta Aarón.

—Estaba con Keith, estaba cansada y tuve que atender a mi hijo— explica y toma asiento.—¿Qué hacían?

Mi Corazón Es Tuyo (#1. Bilogía Amor Eterno)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora