¿Pijamada de novios?

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Capítulo 38

Rebecca

Los días pasaban muy rápido y yo ya me había acostumbrado a vivir con Enzzo. Mi día a día era despertar a su lado, comer juntos y verlo trabajar desde su despacho en el penthouse.

¿Era paranoico?

Sí, lo era. Desde que estuve en el hospital no quiso salir de aquí ni para ir a trabajar, atendía todos los asuntos de la empresa aquí en su casa y una que otra vez tuve que soportar la presencia de Verónica cuando hacían reuniones.

Tuvimos una discusión un poco tensa cuando le dije que iba a salir a trabajar de nuevo y así él podría regresar a la empresa. Pero según él todavía no cumplía con todo el reposo que el médico me había señalado y por lo tanto no podía hacer ningún desarreglo. Después de pelas tras peleas le dije que trabajaría desde aquí como él, porque el trabajo no se iba a detener para esperarme y mucho menos la señora Edna.

Así que trabajamos en su despacho casi siempre. Pero ahora decidí trabajar con mi computadora en la terraza. El día estaba nublado y corría una brisa fría, todo eso era señal de que en poco tiempo las nubes soltarían el agua que se habían negado a soltar días atrás.

—¿Por qué no entraste a mi despacho?— dijo su voz desde atrás.

—Me gusta el clima— contesté, tecleando en la computadora.

—¿Y yo no?— se quejó y sentó frente a mí con el ceño fruncido.

—Es diferente— sonreí sin apartar mi vista de lo que hacía.

Enzzo Harper era un resentido de lo peor.

Si hago algo sin él se indigna, si no lo abrazo por las noches se indigna, si no le doy los buenos días y las buenas noches se indigna, si no lo miro a los ojos cuando hablamos se indigna, si no le digo cada cinco minutos que lo quiero se indigna. Literalmente es como un niño caprichoso.

—Ajá— bufa y lo miro.—Me tuviste como idiota esperando que entraras por esa puerta— hace una mueca y me rio.

—Lo siento, mi amor— le gusta que lo llame así y la sonrisa en su rostro lo confirma.

—Quiero llevarte a un lugar— informa, cerrando mi computadora con cuidado de no lastimar mis dedos.

—¿A dónde?— cuestiono y se levanta tomando mis manos para ponerme de pie.

—Es sorpresa— me besa.—Hay que salir por la tarde, así que te recomiendo que hagas una pequeña maleta.

—¿Está lejos?—me sorprendo.—¿Saldremos de la ciudad?

—Sí, el lugar es fuera de la ciudad y sé que te va a gustar.

—¿Dónde?— repito, siguiéndolo a dentro.

—No te voy a decir— ríe.—Mejor ve a prepararte.

—¡No me lo tienes que decir dos veces!— salgo corriendo a las escaleras con emoción.

—¡No corras Rebecca! ¡te puedes lastimar!— sube detrás de mí con pasos fuertes y quejándose mientras yo lo ignoro para tirar una de mis maletas en la cama.

Entro deprisa en el clóset y me voy a mi espacio para tomar todo lo que estaba en los ganchos. Salgo de ahí y me detengo al ver a Enzzo parado en la puerta.

—¿Qué tanto debo llevar?— pregunto, con las prendas cubriendo mi rostro.

Suspira y se acerca.

—¿Por qué te empeñas en darme un infarto?— me quita la ropa y la deja sobre la cama.

Mi Corazón Es Tuyo (#1. Bilogía Amor Eterno)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora