Mi Corazón Es Tuyo (#1. Bilogía Amor Eterno)

La cena

Capítulo 22

Rebecca

Observo con atención mi reflejo en el espejo, por suerte traje algunos vestidos formales y elegantes.

Acompaño el vestido negro ceñido al cuerpo con unos tacones del mismo color y un bolso a juego, llevo mi cabello castaño suelto, lo he peinado hacia un lado.

Llaman a la puerta y cuando la abro me encuentro al señor Lee con un ramo de rosas rojas.

—Buenas noches— sonríe.

—Buenas noches— le regreso la sonrisa y tomo el ramo que me ofrece.

—Te ves preciosa— me mira de pies a cabeza y desvío la mirada un poco incómoda.

—Gracias.

Entro a la habitación y pongo las rosas en un florero para después ir por mi bolso y salir de mí habitación junto con él.

—¿A dónde iremos?— le pregunto cuándo llegamos al elevador.

—Iremos a cenar a un restaurante muy bueno, cocinan de maravilla— entramos y oprime el botón que nos lleva al primer piso.—Y después, podemos pasear.

Asiento y cuando las puertas se abren miro a todos lados, esperando que el rascacielos esté por algún lugar acosandonos, pero no, no lo miro y me pregunto si se olvidó de este tema de la cena.

—¿Pasa algo?— pregunta mi compañero y me enfoco en él.

—No— sonrío.—Vamos.

Salimos del hotel y uno de los trabajadores le entrega las llaves del auto a su dueño, éste me abre la puerta del copiloto y salimos del lugar alejándonos de él.  Las luces de Indianápolis adornan todas las calles, desde el hotel se miraban bien, las miraba de lejos y ahora las miro de cerca.

Mientras llegamos a ese restaurante el señor Lee me busca platica preguntándome sobre mis gustos, preferencias etc. Cuando llegamos al lugar me toma de la mano y me conduce por todo el sitio hasta llegar a una mesa de dos, en ella yacen los platos, los cubiertos, copas y un par de velas para la noche. El lugar es demasiado elegante para mi gusto, estoy rodeada de personas con dinero, todos los hombres portan trajes de empresarios y las mujeres traen vestidos, zapatos, bolsos y joyas de diseñador.

Nos sentamos uno frente al otro y pedimos cuando el mesero trae la carta con el menú. Se la lleva y después regresa con una botella de vino, sirve en las copas y lo deja en la mesa para llenarlas de nuevo cuando nos acabemos el líquido.

—Cuéntame de ti— habla, tomando de su copa.

—¿Qué quiere saber?— me acomodo en mi lugar poniendo los codos sobre la mesa y mi mentón sobre mis manos.

—No me trates de usted— me señala.
—Y dime Edgar, señor Lee es muy formal y tú y yo somos amigos.

Asiento.

—Dime lo que quieras, por ejemplo...¿Qué estudiaste?

—Administración de empresas— contesto enseguida.

—¿Y qué haces cómo asistente?— frunce el ceño y suspiro antes de contarle.

—Cuándo me gradué busqué trabajo muy pronto, pero en todos los lugares me decían que querían a alguien con más experiencia, no una recién graduada— explico y me presta atención mirándome fijamente a los ojos.—Cuándo me llamaron de Art And Freedom después de mandar una solicitud de empleo me mandaron un correo.