Todo comenzó aquel martes, yo estaba en el trabajo, deseando que llegara la hora de salir. No es que tuviera un curro del que pudiese quejarme, en realidad trabajaba en Moon-Spring Records, una tienda de discos de vinilo la mar de bonita. Las paredes eran de un tono rosa pastel, el suelo a cuadros blancos y negros, casi se podría echar una partida al ajedrez. Teníamos los géneros ordenados como Dios manda, y una gran cantidad de vinilos, la gente de aquí adora usar el tocadiscos. La tienda es de Bob, un hombre que viste como si su armario se vengase de él, pero es un buen tipo, aunque con su acento escocés parece que siempre esté enfadado.
Vivo en una gran ciudad llamada Soul Rivers, está llena de rascacielos, y por algún motivo, la cultura pop de los 80 manda en muchas áreas del lugar. Hay hamburgueserías ambientadas en los años 50 a montones, tiendas de ropa vintage al kilo, de fotografía analógica... Y sí, habéis acertado, de vinilos también. Aunque en Moon-Spring teníamos algo que el resto no: Un bol con caramelos en el mostrador.
Será mejor que os preparéis, porque mientras vayáis leyendo esto, en ocasiones iré diciendo canciones que podéis dejar de fondo, ¡recomendadísmo! Si abrís Spotify y buscáis "Maddie (Libro)" tendréis acceso a la playlist. Recuerdo que aquel día sonaba Santa Monica Dream de Agus & Julia Stone. En fin, estaba recolocando los vinilos de rock-pop que la gente solía dejar mal colocados y embutidos de mala manera, cuando mi compañera llegó, tarde, como siempre.
- ¡Huy, por fin llego, me había dejado el paraguas!
- Pues yo creo que te has dejado las ganas de trabajar, porque hoy hace un día precioso en Soul Rivers, no hay ni una puñetera nube – Dije, sin mirarla siquiera.
- Por mi zona estaba nublado – Comentaba, mientras dejaba la chaqueta en el ropero.
- Vivo a dos calles de ti, o aprendes a mentir mejor o te irá muy mal en la vida.
- Y tú sonríe más, que estás amargado – Miró hacia el fondo de la tienda. - ¿Está Bob?
- No, tienes suerte de que haya ido a tomarse un café, mi turno acabó hace 20 minutos.
- Bueno, pues ya estoy aquí, ¡no sufras más! – Dijo, con un tono alegre.
Olivia Miller, o más bien Liv, era una chica muy contraria a mí. Extrovertida, bromista, sin sentido de la responsabilidad. Tenía el pelo oscuro, liso, aunque siempre teñía dos mechas de su flequillo de un tono verdoso. Solía usar maquillaje alternativo para pintarse, así como el azul para sus labios y ojos. Aquel día iba vestida con una sudadera negra, unas medias a cuadros rojas, y unas botas bastante altas.
- Genial, pues me marcho ya, que he quedado – Y justo cuando me iba, el típico que se tira dos horas en la tienda mirando géneros que ni siquiera le gustan, apareció en el mostrador. Ni siquiera sabía de dónde había sacado dicho disco, era un grupo llamado "Angustia Juvenil", ¿qué clase de nombre era ese para un grupo? Le cobré y cogí mis cosas.
- ¿Adónde vas hoy? – La cotilla de Liv por fin se puso frente a la caja.
- Bueno, primero voy a ir a casa a darme una ducha, limpiar la cocina, que me toca a mí y cenar. Pero luego voy al Queen's a tomarme algo con los chicos, ¿te veré allí? – Pregunté, mientras me ponía la chaqueta.
- Uff... Va a ser que no, me quedaré en casa con Charlie y mis padres, pondremos una película, se lo prometí.
- Oh, genial, ¿qué vais a ver?
- Creo que La Sirenita... Otra vez.
- A tu hijo le encanta esa peli, ¿eh?
Pues sí, Charlie era el hijo de Liv, un capullo la drogó hará ya 5 años en una fiesta, y... Bueno, decidió tenerlo. Los pañales, la comida para el crío, la ropa y el psicólogo de Liv, no lo paga el padre, como supondréis, ya que ni siquiera ella puede ponerle cara. Ella y yo tenemos la misma edad actualmente, 22 años.
- Sí, sí que le encanta – Sonrió. – Menos mal que mis padres siempre han estado ahí para nosotros.
- Síp. Es bonito cuando eso pasa.
- Oye, cómo vas tú con...
- Me voy ya, Liv – Le corté. – Disfrutad de la peli, nos vemos mañana.
Quizá soné un poco borde, pero realmente no quería hablar de aquello. Fui directo a la boca del metro, allí me esperaba la preciosa marabunta de gente, que me hacía sentir como si fuese una sardina más en una lata. Decidí ponerme algo de música, para no oír a los preadolescentes hablar a gritos entre ellos o a los que ponían vídeos en el móvil a pleno volumen. Jungle Potion de Meresha era todo lo que necesitaba. Eran solo 7 paradas de nada, pero siempre se me hacían eternas.
Finalmente llegué a mi piso, o más bien, mi piso, y el de Brandon. Así es, ¿pensabais que vivía solo? Ya me hubiera gustado, pero la realidad no era así. Ganaba lo suficiente como para pagar mi parte del alquiler en un piso de pocos metros cuadrados y hacer la compra, quizá cada par de meses me daba un capricho, pero últimamente no solía ocurrir. Fui directo a mi habitación, la puerta de Brandon estaba abierta, por lo que, no estaba en casa, ahora, lo que sí estaba, era la montaña de platos que hacía dos días que estaba en el fregadero, todo suyo. Lo irónico es que, el lavaplatos estaba vacío, así que, no recogía aquello por pereza... Decidí ignorarlo, tenía que hacer cosas.
Me metí en la ducha, poniendo el agua bastante caliente, sin quemarme, pero al borde de ello. Tras coger la toalla y secar mi cuerpo, seguí con el pelo, usando el secador. Hacía poco que me lo había cortado, pero caray, siempre me crecía rápido. Abrí la puerta para que el vapor dejase de empañar el espejo... Y allí estaba yo. Con mi pelo castaño ondulado, mis enormes cejas, mis ojos genéricos de color marrón, y mis pecas asomando por ahí.
Me vestí rápido, me puse una camisa de invierno a cuadros, unos tejanos, mis viejas zapatillas rojas y me dirigí a la cocina. Cogí mi móvil, y lo dejé poniendo algo de fondo mientras llenaba el cubo de la fregona de agua. Sonó una de mis canciones favoritas, Sunset, de The Midnight. Pasaba el mocho con ahínco y ritmo mientras cantaba a pleno pulmón la letra de la canción, se me hizo bastante llevadero, tardé poco en limpiar los fogones, quitar la grasa de los armarios, y despegar lo que quiera que había explotado en las paredes del microondas.
Luego, me hice una pizza congelada al horno, podría haberme cocinado cualquier cosa, pero me había quedado tan bonita la cocina, que me daba pena ensuciar nada. Aunque sé que cuando Brandon volviera, sería como si un huracán de mierda arrasase el lugar.
Me quedé viendo la televisión en el salón un rato, haciendo zapping, sin rumbo alguno. Fue finalmente la hora de salir, habían pasado ya dos horas desde que había llegado a casa, se me había hecho corto en realidad. Cogí de nuevo la chaqueta, cerré la puerta y fui andando hasta el Queen's.
![](https://img.wattpad.com/cover/303225118-288-k56089.jpg)
ESTÁS LEYENDO
Maddie
RomanceSamuel siempre creyó que tendría una vida plana, sin muchas emociones, aunque eso cambió tras conocer a Maddie. Apareció un día en aquel pub, charlaron un rato, se cayeron bien. Pero al oírla cantar, su corazón dio un vuelco, se enamoró de ella, ni...