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Me senté junto a la chica embarrada en una de las mesas del fondo, estábamos uno frente al otro. Ella estaba muy recta, como si de verdad fuese una entrevista seria. Me fijé en lo grandes que eran sus ojos, eran como dos ventanas abiertas, y sus labios de color rojo, noté que el inferior era un poquito más grueso, era gracioso cuando sonreía, parecía un dibujo animado.

- Bueno, ah... - Hice una mueca sin darme cuenta – Sinceramente no sé qué debo preguntarte exactamente, nunca he hecho esto.

- ¿Quieres que te guíe un poco? – Volvió a sonreírme.

- Iría bien, sí.

- Vale... - Apoyó sus codos en la mesa, sosteniendo la cabeza en sus manos – Pregúntame cosas que sirvan para ser camarera en este bar.

- Oh, claro – Me sentí idiota. – Bueno, lo primero es la disponibilidad, supongo.

- Absoluta.

- Muy bien... ¿Has sido camarera antes?

- No, pero aprendo rápido.

- Pues no sé qué diría Dustin de esto, pero, en fin, sigamos. ¿Sabrías atender comandas?

- No lo he hecho nunca, pero, me gusta la gente.

- Qué suerte tienes.

- ¿A ti no te gusta?

- Bueno, a veces.

- ¿Y tú le gustas a la gente? – Aquello fue una pregunta peculiar.

- Pueeees... ¿No lo sé? Nunca me lo he planteado, pero dicen que caigo bien.

- Pareces agradable.

- Anda, gracias. Bueno, debería seguir haciéndote preguntas, ¿de acuerdo? – Decidí reconducir el tema.

- Hm-hm.

- ¿Qué edad tienes?

- 23, los cumplí hace unos días.

- Oh, pues felicidades. Yo odio los cumpleaños, esos segundos cuando alguien te canta el "Cumpleaños feliz" son eternos, me dan ganas de esconder la cabeza bajo tierra, como los avestruces.

- ¿Los avestruces hacen eso?

- Síp, lo leí en el cole.

- Guau, es súper interesante - ¿Me estaba vacilando o lo decía seriamente?

- Ahora soy yo el que se está saliendo del tema, perdona... - Me rasqué el cogote – Hay algo que deberías saber de este trabajo, y es que, Dustin busca a una cantante para las noches especiales en el Queen's.

- Oh, lo sé, en el anuncio estaba escrito.

- Vaya, ¿entonces cantas? Guay.

- Bueno, de niña recibí clases y... - Se quedó callada un instante – Es igual.

- Pinta bien. Por cierto, soy un maleducado. Soy Samuel – Le di la mano.

- ¡Vaya! Un chico que le da a una chica la mano al presentarse y no dos besos, ¿dónde has estado toda mi vida? – Bromeó, riendo. Era muy risueña, tenía una voz aguda, parecía una de aquellas muñecas con una cuerda en la espalda que sonaban adorables.

- Soy muy fantasma, paso desapercibido todo el tiempo, eso es, sí – Le seguí el juego.

- Pues encantada, Samuel. Yo soy Maddie, y me gustan los apretones de mano... Aunque este está durando demasiado.

- Sí, perdona – Retiré mi mano, se estaba volviendo incómodo.

- Bueno, pues... ¿Algo que deba saber de ti? Ya sabes, un cadáver en el maletero de tu coche o...

MaddieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora