El Queen's era un pub que solía frecuentar en mi tiempo libre, algunas noches de la semana. La ambientación era de lo que más me gustaba del lugar. Sus neones morados iluminando las botellas de alcohol tras la barra, los taburetes bien acolchados de un tono rojizo, pero lo mejor de todo, era ser amigo de Dustin, el dueño.
Dustin era un emprendedor joven, dos años mayor que yo, amable, atento, y sabía llevar aquel local sin problemas, se lo montaba bien. Además, era un tío muy atractivo, moreno, pelo rizado, ojos verdes, y siempre llevaba esas camisetas negras ceñidas que hacían que se le marcasen los abdominales. Dios, a su lado yo parecía un palillo esmirriado que perfectamente podría ser arrastrado por una corriente de viento.
Entré en el lugar, hoy no había demasiada gente, aunque era normal, siendo martes. Mi amigo estaba en la barra, sirviendo a un par de chicas que parecían estar pasándolo bien, jugando a algún juego de beber. Me acerqué y cogí asiento.
- ¡Caray, pero a quién tenemos aquí! – Exageró - ¿Te has perdido, tío?
- Pero, si habíamos quedado, ¿por qué la sorpresa?
- Jobar, qué seco eres, hijo.
- ¿Ha llegado ya Matt? – Pregunté.
- Sí, ha ido al baño.
- Oh, vale – Me fijé en la tarima. – Vaya, ¿dónde está Susan? Supuse que estaría cantando para dar ambiente y eso.
- Ya, Susan... No va a volver – Dijo, algo serio.
- Anda... ¿Y eso? – Apoyé mis codos en la barra.
- Robó dinero de la caja... Me la quiero mucho, pero... Eso no se hace, tuve que despedirla ayer.
- Qué me dices... Vaya palo. Parecía simpática, se me hace raro que hiciera tal cosa.
- Ella lo negaba, pero... Seamos honestos, únicamente ella y yo sabíamos el código para abrirla.
- Pues vaya, o sea que ¿estás sin cantante? – Volví a mirar a la tarima, viendo que el micrófono estaba libre.
- Si quieres sube y cantas algo.
- Yo no canto, reviento tímpanos, más bien.
- Era coña, ni por asomo te dejo subir ahí, que pierdo toda la clientela.
- ¡Mis dos chicos, por fin juntos! – Y Matt apareció por fin, levantando sus brazos.
- Ya era hora, ¿qué has hecho en el baño tanto tiempo? – Dijo Dustin, mientras utilizaba un trapo para secar un par de copas.
- Plantar un pino.
- Aaaah... - Respondimos ambos.
- Bueno, ¿qué hay que hacer en este antro para que le sirvan a uno una copa?
- Decir por favor y gracias – Bromeó Dustin.
- ¡Oh, por favor, querido barman! ¡Sírvame un burbon-cola POR FAVOR! – Incluso juntó sus manos, solo le faltó arrodillarse. Matt era el más joven de nosotros, pero tenía una energía increíble, siempre estaba haciendo todo tipo de cosas, era de esas personas "multitalentos". Hacía atletismo, cursaba una carrera universitaria, trabajaba en un café del centro, cuidaba de su tortuga Pozo. Y sí, ese era su nombre, "Pozo", ya no puedo ver The Ring de la misma forma.
Físicamente era alto, con el pelo rubio, corto y con el flequillo hacia arriba como un tupé, sus ojos eran azules, súper cautivadores. Desde luego, yo era el más feo de los tres, o el menos destacable.
- Qué tonto eres – El dueño arqueó una ceja, preparándole lo que había pedido. - ¿Quieres tú algo? – Me miró.
- Mmmm, una cerveza.
- Marchando una cerveza, como todos los días que vienes aquí, no vaya a ser que pidas otra cosa y piense que tienes un hermano gemelo por ahí.
- Bueno, ¿y cómo ha ido en la tienda hoy? – Me preguntó Matt.
- Bien, no me puedo quejar, excepto porque he tenido que quedarme 20 minutos más a que Liv llegara.
- Qué tía, la adoro demasiado, por cierto, ¿dónde está?
- Hoy se iba a quedar con Charlie a ver una película.
- No me lo digas; La Sirenita – Dustin respondió poniéndome la cerveza en la mesa.
- Exacto, ¿quién es el que se queda siempre con la misma cosa, eh?
- Tío, es un crío, tú tienes ya pelos en los huevos. ¡Vive un poco, sal de tu zona de confort!
- Es que estoy bien pidiéndome una cerveza – Dije, sorbiendo el primer trago.
- Tonto, no nos referimos a eso, ¡decimos en general! – Matt continuó – Siempre haces lo mismo, ¿no te cansa la monotonía? Si ni siquiera te he visto hablar con más gente que no sea de tu círculo de amigos.
- ¿Y qué necesidad tengo? – Otro sorbo – Me va bien así.
- Vale te propongo algo – Dustin se apoyó en la barra. – La próxima chica que entre en mi bar, te presentas y habláis 5 minutos, así conoces a alguien más además de nosotros.
- ¿Y qué gano yo con eso? Además de pasar un mal rato – Y otro sorbo.
- No te cobro las cervezas hasta la semana que viene.
- Puff... No sé... Es que no me apetece – Comencé a poner pegas, aunque lo de la cerveza gratis sonaba bien, ya que no iba sobrado de dinero.
- Venga, es fácil, y si te corta y no le apetece hablarte, sin problema, te retiras y ya está.
- ¿Y tiene que ser una chica? Podría ser con un tío.
- Mira, si por esa puerta entra un tío, yo me encargo de él – Matt sonrió con picardía.
- Tú es que no paras, ¿eh? ¿No estabas conociendo a Michael? – Pregunté, poniendo una mueca.
- Ya, y lo estaba conociendo, descubrí que era gilipollas, y se fue a su casa – Volvió a sonreír.
- Madre mía... Siempre te pasa lo mismo, ¿eh? – Dustin sintió algo de pena por su amigo – Bueno, no te preocupes, ya aparecerá alguien que merezca la pena.
De pronto, la puerta del local se abrió, irrumpiendo una chica rubia, con las mechas californianas de un tono rosado en las puntas de su cabello, rozando sus hombros, unos ojos azules oscuros, y unos labios rojos que hacían que te olvidaras de su tez fría. Llevaba un jersey de lana, con tonos pastel, y unos tejanos negros a juego con sus botas. Estaba algo sucia, parecía... ¿Barro?
- ¡Uf, hola! – Se acercó a Dustin.
- Vaya, ¿qué tal? – Le sonrió - ¿Qué te ha pasado?
- Pues es una divertida historia, en la que una joven chica se baja de su coche, pisa un enorme charco de barro, y le salpica hasta en la cara – Lo contaba con gracia. - ¿Qué tal vuestro martes? – Nos miró a los tres.
- Mejor que a ti por lo que parece, oye, no te sientas obligada a pedir algo, ve al baño si quieres tratar de frotar, a ver si sale.
- Oh, no te preocupes, de hecho, ¿eres tú el dueño? Venía por el puesto libre de camarera.
- Aaah, claro. Caray, qué rápido, lo puse esta mañana.
- Bueno, he llegado hoy a la ciudad, y... - Sonrió – Necesito un trabajo, jaja.
- Muy bien, pues aquí mi amigo Samuel te hará la entrevista, yo tengo que atender al resto de personas, pero no te preocupes, estás en buenas manos, ¿a que sí? – Y me dio un ligero golpe en el hombro.
- Te voy a matar... - Susurré.
- ¡Podéis poneros en esa mesa de allí! – Señaló al fondo – Luego me cuentas, Samuel.
- Sí, sí... - Me levanté, con cara de pocos amigos, luego, decidí ser amable, definitivamente no iba a librarme de aquella situación – Vale, si quieres ve al baño antes, a...
- Ah, no, no. Tranquilo, Es solo barro, tampoco voy a hacer un drama de ello – Volvió a sonreír.
- Genial, pues... Sígueme – De verdad, quería matar a Matt y Dustin, pero ella no tenía la culpa de nada, así que, decidí hacerle la dichosa entrevista.

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Maddie
RomanceSamuel siempre creyó que tendría una vida plana, sin muchas emociones, aunque eso cambió tras conocer a Maddie. Apareció un día en aquel pub, charlaron un rato, se cayeron bien. Pero al oírla cantar, su corazón dio un vuelco, se enamoró de ella, ni...