Decidí dejar a Maddie tranquila unas horas y me puse a cocinar. Troceé las zanahorias, el pollo y la cebolla, las metí en la cazuela y le eché la leche de coco, seguido de un vaso de agua, y a dejar que se hiciese poco a poco. Al rato le eché el curry para que fuera cogiendo sabor.
Al rato, tapé la cazuela con una tapa y me senté en el salón a jugar Sonic, la consola se había quedado encendida, así que, ¿por qué no? Decidí jugar a Sonic Mania, y pasarme un par de mundos, mi personaje favorito siempre había sido Knuckles, el equidna rojo. Me gustaba escalar y tomarme las cosas con más calma... Aunque detestaba que saltara menos. Noté cómo la puerta de mi compañera se abría, apareció descalza, pasó por delante del televisor, volvió a contemplar el diluvio desde el balcón, y se sentó en el sofá conmigo.
- Perdona por gritarte antes – Dijo, con timidez.
- Eh, no pasa nada – Le acerqué el mando. – Toma, juega.
- ¡Vale! – Y volvió a sonreír, era como darle un juguete a un niño.
- Yo también me he pasado. Y sí, probablemente te vuelva a preguntar... Maddie.
- ¿Hm? – Puso el juego en pausa.
- ¿Tú estás bien? Digo, te fuiste por algo y tal, y siento mucho lo de tu amigo, pero... Lo que me importa, es que tú estés tranquila y bien.
- Bueno, estoy bien, sí – Me sonrió. – Contigo estoy bien.
- Guay... Guay – Sonreí sin darme cuenta.
- Oye, ese curry huele muy bien – Mencionó, mientras seguía jugando.
- ¿Quieres comer ya?
- ¡Claro! Ese olor tan bueno despierta el apetito de cualquiera. Pero luego seguimos jugando.
- Que sí, que la consola no se va a ir a ninguna parte, no tiene patas.
- Jiji, vale.
Comimos en el salón, poniendo la tele y haciendo algo de zapeo, la chica no paraba de elogiar mis habilidades en la cocina, le había gustado mucho. Luego pusimos el vinilo que Maddie se había comprado de The Midnight, el tema de Neon Medusa le gustó bastante, sin duda, acertaba siempre con los discos. Y sí, es buen momento para sacar la playlist. Mientras sonaba la música, conectamos los dos mandos y jugamos al multijugador del videojuego, quedaba bastante bien de fondo, a decir verdad. Seguía lloviendo, era un ambiente bastante agradable... Lo habíamos arreglado. Era extraño, lo que tenía con Maddie podía pasar de ser algo genial, a terminar en una discusión... Algo muy frágil.
Pasaron las horas, y llegó la hora de volver al Queen's. Maddie llevaba sonriendo toda la tarde, ¿qué le ocurría? No dejaba de mensajearse con los del grupo del local, quizá tenían algo bueno planeado para esta noche. Al llegar, dejamos los paraguas en la entrada, aunque nos habíamos mojado un poco. ¿Para qué narices sirve un paraguas si te mojas igual? Saludamos a Dustin y Matt, así como a Thomas y Billie. Aquella noche no estaba Liv, me escribió, decía que Charlie tenía algo de fiebre y se iba a quedar con él. Mientras yo me tomaba mi cerveza gratis, por aquella genial apuesta, Dustin se me acercó.
- Oye, chaval. Hoy Maddie ha venido despampanante, ¿no?
- ¿No lo hace siempre? – Sorbí.
- Vaya, si lleváis unos días conociéndoos, ¿ya te fijas en ella?
- Ay Dustin... Maldita apuesta la tuya.
- ¡Venga ya, te has...! – Le tapé la boca con la mano – Baja la voz, hombre. Sí, me gusta... Pero intento ir poco a poco.
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Maddie
RomansSamuel siempre creyó que tendría una vida plana, sin muchas emociones, aunque eso cambió tras conocer a Maddie. Apareció un día en aquel pub, charlaron un rato, se cayeron bien. Pero al oírla cantar, su corazón dio un vuelco, se enamoró de ella, ni...