"Porque este amor no tiene tiempo ni fronteras, porque este amor va más allá de mi existencia.
Te voy a amar y me amarás, te amo sin principio ni final y es nuestro gran amor, mi ángel de la eternidad"
-Abel Pintos [Sin Principio ni Final]
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Cuando era joven, tal idea sólo le habría parecido una mala broma. Incluso un obstáculo para sus sueños.
Fue muy tonto en realidad, pensar que su opinión no cambiaría.
Era solo que no había conocido a la persona adecuada aún.
Quizá todo empezó a cambiar cuando descubrió lo triste que se sentía al despedirse de él por las noches. O cuando descubrió que solo al dormir a su lado podía sentirse tranquilo y protegido. Tal vez cuando las tardes haciendo nada juntos se volvieron tan necesarias, o cuando se dio cuenta que comer juntos le daba un nuevo sazón a la comida.
Quizá fue la ternura y la delicadeza con la que cura sus heridas, quizá fue su voz suave y tranquila por las mañanas o su amabilidad al arroparlo cuando se quedaba dormido en el sofá. Tal vez su nula experiencia en la cocina, o su mala racha lavando la ropa. Quizá su bonita sonrisa o sus berrinches de niño mimado, o tal vez su actitud burlona y chistes malos.
Quizá... cuando surgió ese deseo de pasar el resto de su vida a su lado.
Gira sobre su costado, la luz tenue del atardecer colándose por la ventana de su habitación alumbra fantasiosa mientras ambos intentan tomar una siesta. Puede verlo encogerse en su lugar mientras busca a tientas su mano, con los ojos cerrados y rostro sereno mientras el cabello de dos colores se mezcla sobre la almohada. Tan bonito y tan precioso.
Izuku ha planeado todo con tanto detalle, una cena en un lugar bonito, un discurso bien ensayado que le tomó varios días en redactar, un traje hecho a la medida y un diamante reluciente en un aro de plata (que aún debía recoger de la joyería). Tan exacto y tan friamente calculado, que nada podría salirse de control.
Nada... sin contarse él mismo.
—Shoto— llama suavecito. El nombrado suelta un 'hmm' desde el fondo de su garganta, en un aletargado signo de atención. Izuku podría sentirse culpable por interrumpir su pronto sueño, pero... —Cásate conmigo.
Él demuestra su sorpresa abriendo de golpe sus ojos y viendo fijamente a Izuku, seguramente tratando de averiguar si escuchó bien o fue solo cosa del sueño. El pecoso solo puede pensar en lo bonito que se ve cuando está confundido.
—Cásate conmigo—repite el peliverde acercándose lento hasta él, envolviéndose con su aroma y su calor—aquí, ahora...
Una sonrisa tiembla en la boca de Shoto. Una de esas espontáneas, tan hermosa y sincera, una de esas que Izuku ama con todo su ser.
—¿Sin un anillo?—pregunta en un susurro burlón pero Izuku conoce bien ese brillo reluciendo en el gris nuboso y el azul glaciar de su mirada.
Ensancha su sonrisa cargada de dulzura mientras junta su frente con la de Shoto.