In any Life, In any World [TodoDeku]

Kindness

TodoIzu establecido

Y ahí está él, ofreciendo un milagro como si no fuera nada.

Es como un sonido angelical, piensa Izuku.

Vibrante y cálido, algo que le quita importancia a todo lo demás; como una luz en las tinieblas, capaz de llenar de dicha a cualquier afortunado que tenga la suerte de escucharla.

Para Izuku, la voz de Shoto es como un placebo, el cansancio y el estrés de toda una jornada como el héroe Deku desaparece al instante con nada más que un susurro de su parte, y de forma involuntaria, sus propios labios se curvan hacia arriba con solo esa risita que es capaz de percibir aun sin haberlo visto.

Como un pedacito de cielo, así es la risa de Shoto.

Oh, y cuando finalmente puede verlo, dioses, Izuku no hace más que quedarse sin aliento.

Su cabello de dos colores se oculta muy mal bajo el gorro que utiliza, y las gafas oscuras que suele utilizar para pasar de incógnito cuelgan del cuello de su camisa. Hay una sonrisa serena; esa sonrisita ligera, con la comisura de su labio derecho más elevada, marcando ese bonito hoyuelo en su mejilla que Izuku adora con todo su ser.

Y no es que Izuku quiera marcar favoritismos, pero la sonrisa de Shoto es mucho más deslumbrante que la sonrisa con más de un hueco que el niño frente a él le ofrece cuando el hielo y el fuego danzan en las manos expertas del héroe Shoto.

Izuku puede intuir con facilidad lo que ha sucedido.

Los rastros de lágrimas en el rostro infantil aún no se secan, y puede verlo mover su naricita intentando seguramente que los mocos no salgan.

Un niño perdido.

Una suerte que el chiquillo no solo se perdiera frente a su agencia, sino que también, Shoto estuviera esperándolo afuera y pudiera encontrarlo antes de cualquier incidente.

Izuku decide esperar un poco, incapaz de interrumpir el pequeño mundo que Shoto ha creado para ese niño en medio de las llamas cálidas y el hielo refrescante de su poder.

Hay un calorcito muy agradable llenando el pecho de Izuku cada vez que ve a Shoto convivir con niños. Es un poco ilógico que le sorprenda, especialmente porque (fuera de su vanidad), Izuku suele ser el principal objetivo de la gentileza de Shoto; pero hay algo tan cálido y agradable de verlo ofrecer tal milagro a los demás, como si fuera algo simple y sencillo como respirar.

Siempre acuclillándose para estar al nivel de los pequeños, usando su voz en un tono suave y ofreciéndoles esa pequeña sonrisa que con facilidad podría matar a Izuku si se expone mucho tiempo a ella. Sabe que se acerca su parte favorita cuando ve a Shoto rebuscar algo en el bolsillo de su sudadera (una sudadera verde olivo que Izuku está seguro le pertenece) hasta que un dulce de yogurt de fresa reluce entre sus manos y los ojitos del pequeño brillan con la promesa de la golosina.