Seamos como la luna y el sol [Borrador]

Capítulo XXII

Nicolás.

Luego de haber pasado la mitad de la tarde en la galería, estábamos en mi pequeña biblioteca, ella estaba acostada conmigo en el sofá leyendo: Aristóteles y Dante descubren los secretos del universo y mágicamente ya lo iba a acabar. Y lo había empezado a leer hace tan tres horas.

—Me gustaba mirarlos, a los tres, alrededor de mi camioneta. Quería que el tiempo se detuviera, porque todo parecía tan simple, Dante y Patas enamorándose el uno al otro, la mamá y el papá de Dante recordando algo sobre su juventud, mientras examinaban mi camioneta, y yo, el dueño orgulloso. Yo tenía algo de valor... Aunque solo fuera una camioneta que le sacaba una dulce nostalgia a la gente. Era como si mis ojos fueran una cámara y yo estuviera fotografiando el momento, sabiendo que guardaría esa foto...

Tres golpes en la puerta interrumpen a Tyra, me levanto y es mi mamá.

—Nicky, George está abajo y quiere hablar contigo — dijo paciente.

—Mamá, dile que estoy ocupado.

—Nicolás...

—¿George? — preguntó Tyra —¿George Portman?

—Sí — respondí — tranquila, ya se va. Mamá, por favor — suspiró derrotada.

—Está bien, en una hora bajan a comer —asentí y cuando se fue, cerré la puerta.

Tyra me observaba curiosa.

—¿Por qué lo evades?

—No quiero escucharlo, tratará de convencerme con lo de la firma de libros — me senté en el sofá.

Ella se acercó a mí y se sentó encima de mí, con las rodillas apoyadas a ambos lados de mí.

—¿No crees que si no fuera tan importante no vendría hasta aquí ni te buscaría tanto?

—Tyra — advertí

—Nicolás — dijo dulcemente sonriéndome —. Tus libros han tenido mucha acogida, demasiada. Se está vendiendo la sexta edición de ¿Amor?, y van a salir en físico dos más, millones de personas han leído tus libros, ¿No crees que merezcan tener una firma de uno de sus autores favoritos? Yo apenas tengo dos firmas de Alice Kellen, pero valieron la pena.

—No sé español — fijé mi mirada en ella.

—¿Es tu mejor escusa, Smith? — blanqueó los ojos — muy fácil, yo podría enseñarte.

Ella me miraba con cierto brillo, suspire sonoramente.

—Está bien, vamos abajo a hablar con Portman — sonrió satisfecha y me dio un beso.

Bajamos y George se encontraba en la sala hablando con mi mamá. Cuando me vio suspiró aliviado y se acercó a mí.

—Smith, eres un dolor de cabeza igual que tu madre cuando estaba en la universidad.

—¡George! — recrimino ella.

—Digo lo mismo, Portman — Tyra, que se encontraba atrás mio, no había dicho nada, ya que se encontraba distraída tratando de arrancar un hilo de su suéter. Ella se distraía con todo. Con todo.

—¿Y quién es esta preciosura? — saludo George, pero Tyra no le prestó atención porque seguía en su muy ardua tarea de arrancar ese hilo — primera vez que una chica me ignora. Mi ego se siente herido.

Me coloqué detrás de ella. George sonrió de inmediato y Tyra por fin alzo la mirada para ver a George.

—Portman, te presento a Tyra.