Capítulo XXIV

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Tyra.

Habían pasado dos días desde el incidente. No había tenido pesadillas, al contrario, había soñado con Nicolás. Estaba en un mirador, esperando a que llegara Nicolás, ayer había ido a retirar los anillos de promesa y estaba muy emocionada de darle el suyo. Eran las seis de la tarde, pronto comenzaría a atardecer.

Escucho pasos detrás de mí y luego dos brazos rodean mi cintura en un cálido abrazo.

—Preciosa, ¿Ahora me dirás por qué me trajiste aquí?

—Porque aquí es donde mejor se puede apreciar al sol y a la luna.

—Es una vista hermosa — me giro hacia él y me está mirando.

—Estoy hablando en serio.

—Y yo también — se acerca y me besa.

Cuando el atardecer amenaza con empezar, me separo de él y saco de mi bolsillo la caja de terciopelo azul con un listón gris.

—¿Para mí?

—Para ser un escritor reconocido, haces preguntas tontas, Smith — agarra la caja y al abrirla sonríe.

—¿Me estás pidiendo matrimonio, Miller?, deberías arrodillarte entonces — blanqueo los ojos.

—Son anillos de promesa.

Hai shi shan meng — me mira, esa fue la frase que pedí que grabaran en ambos anillos — ¿Qué significa?

Hai shi shan meng, en China significa, una promesa de amor eterno — me acerco a él y cojo los anillos — la luna y el sol. Me puse a pensar que, si yo era tu sol, tú eras mi luna. Porque la luna es alguien precioso, deslumbrante y vive rodeado de muchas estrellas. Pero la estrella que más lo quiere es el sol. La luna no necesita de alguien para brillar....

—La luna de allá — señala el cielo — no necesita del sol, porque tiene muchas estrellas. Pero esta luna — se señala a sí mismo — si necesita al sol para brillar, no necesita más estrellas, si tiene a la más brillante, fuerte y potente de todo el universo — saca el anillo del sol de la caja y me lo coloca — Hai shi shan meng, mi sol.

Saco el otro anillo y se lo coloco — Hai shi shan meng, mi luna.

—Joder, me haces el satélite más feliz — coloca sus manos en mi cintura y me levanta para dar vueltas, yo solo me rio.

—Para, me voy a marear — sigo riéndome, él me baja y me besa — te quiero mucho.

—Te quiero mucho.




Nicolás.

Estaba sentado al frente de mi laptop esperando a que George me llamara para saber mi respuesta. No me había podido llamar antes porque tuvo que salir de viaje a última hora. Mientras esperaba, miraba con una sonrisa el anillo que me dio Ty. Hai shi shan meng , no sé cuántas veces he visto la frase desde que llegue a mi casa esa tarde.

Mi celular suena y veo que es Portman.

—¿Cómo está mi escritor favorito? ¿Ya tienes ideas para otro libro?

—Hola, estoy muy bien y aún no, sigo pensando.

—¿Nicolás, eres tú?

—Sí.

—Nicolás diciendo muy bien. Debo estar delirando.

—No exageres, Portman.

—Tal vez esa felicidad se deba a la chica que conocí, debo decir que era muy linda.

Seamos como la luna y el sol [Borrador]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora