Capítulo VIII

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Tyra.

Me dirigía a la casa de Nicolás otra vez, mi mamá la primera vez que lo vio, dijo que era muy guapo, yo no podía cree que dijera eso, ella nunca halagaba a las personas, estaba cayendo en el efecto Nicolás.

Hoy iba a empezar a pintar el tercer cuadro, me había dicho que le gustaba tocar guitarra y piano, una pintura de él tocando guitarra quedaría bien.

— Sí, te vas a demorar, me avisas, no quiero que suceda lo de ayer — mi mamá se había preocupado mucho, lo entendía, le pedí disculpas miles de veces y le dije que no iba a volver a pasar — te quiero, cuídate.

— Tranquila mamá, no volverá a pasar, yo también te quiero.

Como de costumbre, salude a William. Toque el timbre y la que me abrió la puerta fue su hermana, era muy agradable.

— ¡Tyra!, llegaste en el momento preciso — me tomó de la mano y me llevó corriendo a la cocina — ten prueba — me dio un dulce, no dude dos veces y lo probé.

Dios era lo más delicioso que había probado, su textura era suave, su sabor exquisito, mi paladar estaba agradecido por haberle hecho probar tan delicia.

— Steph está delicioso.

— ¿En serio?, gracias, es la primera vez que preparo esto.

— Sí, en serio, está exquisito.

— Oye, disculpa por la interrupción de ayer, no fue mi intención.

Sentí que me comenzaba a sonrojar, me había olvidado por un momento de lo que había pasado.

— No te preocupes.

— Bueno Ty, si quieres te puedo dar unos cuantos para que le lleves a tu mamá y hermana.

— Hermanas, tengo dos hermanas.

— ¿Dos? Eso es lindo, yo solo tengo al amargado de Nicolás.

— Te estoy escuchando — al escuchar su voz, sentí una corriente recorrer mi espalda.

— No me interesa, bueno, me voy a seguir haciendo mis bocetos, los dejo — y así como vino, se fue.

— Hola, tuve que entrar los cuadros, ya se habían secado.

— ¿Dónde están?

— Por acá, ven.

Lo seguí hasta un cuarto que estaba a lado de la puerta que daba al jardín. Y allí estaban los cuadros, pude darme cuenta de que el cuadro de él, era un campo con un cielo azul con nubes negras, estaba muy bien.

— Sabes, tienes mucho talento, eres impresionante, tienen un don increíble.

— Gracias, estaba pensando en la última pintura.

— Y, ¿Qué tienes pensado?

— Tú me dijiste que te gustaba tocar guitarra y el piano, tal vez podría pintarte a ti, tocando guitarra.

— Interesante, claro sí, iré por mi guitarra.

Se fue y yo me dirigí al jardín a acomodar todo, pero cuando llegué ya todo estaba arreglado.

Owwwwwwwww arreglo todo para ti.

Ilusa. Me senté frente a mi caballete y comencé a poner un poco de pintura en la paleta. Después de un momento llego. Se sentó en un banquillo que estaba al frente y me miro.

— Vale, necesito que te imagines que no estoy yo aquí, y te concentres en tocar la guitarra.

— Está bien, toco ¿Cualquier canción?

Seamos como la luna y el sol [Borrador]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora