Capítulo XXIX

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Nicolás.

—¿Seguro? — pregunta Steph — ¿No te arrepentirás de ir con ella?, recuerda que deberías estar con Tyra, no aquí.

—Solo no digas nada, estoy seguro, solo serán unos minutos, en serio necesito su ayuda.

—Está bien, no diré nada — dice en un susurro.

—¿Listo? — pregunta Ellie.

—Sí, pero que sea rápido.

—Soy muy eficiente ¿O acaso ya se te olvido? — incita Ellie.

—No, no se me ha olvidado.

—Nicolás, puedes decir que no — insiste Steph.

—Steph, te pedí que me acompañaras porque insististe, estoy muy seguro.

—Acompáñame — me dice Ellie.

—Ya vuelvo.



Tyra.

Estaba con Amelia, hoy Nicolás había querido acompañarme, pero por ayudar a su papá se atrasó.

—Estás avanzando mucho, Tyra.

—Tú me estás ayudando, muchas gracias por eso.

—No, yo te doy las cartas con las que puedes jugar y tú eliges que y como hacer las cosas. Tú realizas todo el trabajo — me responde — si estás avanzando es gracias a ti misma. Y si avanzas, que sea por ti, no por nadie más. Primero está tu bienestar y luego el de los demás.

Luego de quince minutos, salí del consultorio y vi que Nicolás estaba sentado en un sofá de la sala de espera. Alza la cabeza y nuestras miradas se conectaron, sonríe y se levanta.

—Hola, preciosa, ¿Cómo te fue?

—Muy bien y ¿A ti?

—Pude ayudar a mi papá, ¿Nos vamos?

—Sí.

Me despedí de Charlotte y salimos del edificio. Pero no subimos al auto.

—¿A dónde vamos?

—Por ahí.

—Si me duelen los pies, tú tendrás que cargarme.

—Puedo aguantar esa terrible tortura.

—Idiota.

Y así, ambos agarrados de la mano, caminamos por el centro de Phoenix sin tumbo fijo, sin importarnos la hora o el lugar, solo nosotros dos. Hablando de cosas sin sentido, disfrutando la vista agradable que nos brindaba la ciudad.

—¿Sabías que, Mike, probablemente sueñe con nosotros?

—¿Por qué lo dices?

—Porque según un psicólogo clínico de Harvard, hay razones para creer que los animales sueñen casi igual que las personas.

—¿Pero por qué conmigo?

—Porque tú eres su papá y él te quiere mucho.

—El pulgoso — lo golpee en el hombro — Mike — corrige — solamente se acerca a mí porque quiere jugar.

—Sí, pero igual, debes de cuidarlo, es tu hijo.

—Somos una familia muy feliz, nada más nos falta casarnos y comprarnos una casa.

—Una casa en la playa y que la casa tenga un estudio grande.

—También una biblioteca.

—Y en la sala este un piano, porque si nos casamos, debes de tocar para mí una canción cada noche.

Seamos como la luna y el sol [Borrador]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora