Capítulo VII

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Tyra.

Me levanté muy tarde, pero como no había clases, no me inmuté. Luego de unas horas, me encontraba en mi estudio, guardando en una maleta pinceles, pintura y dos paletas de madera, baje y lo guarde en el auto, luego subí por los tres lienzos y los caballetes. Estaba todo listo.

— ¿Todo eso vas a llevar?

— Sí, Isa, es que lo necesitamos para el proyecto.

— ¿No son muchas cosas?

— No bebé, ya me voy, suerte en tus clases, te amo.

Hoy me tocaba a mí manejar, ya que mi mamá debía de ir a una junta por lo de la gala de Ballet, tenía licencia, pero no me gustaba conducir. La casa de Nicolás no quedaba tan lejos, solo estaba a 15 minutos, al llegar le escribí a Nicolás para que saliera y me ayudara.

— ¿Y todo eso?

— Tómalo como la pintura de reconciliación.

— ¿Me estás pidiendo disculpas, Miller?

— Solo cállate y ayúdame a llevar esto adentro, tal vez podamos ir al jardín, para no ensuciar nada.

— Al jardín será.

Su jardín era hermoso, tenía varios rosales, me dieron ganas de pintar el jardín, en vez de a Nicolás.

— Bueno, este es tu espacio de trabajo — le señalé un caballete con un lienzo — estos tus instrumentos, ahora pinta.

— Sabes soy un desastre pintando.

— Inténtalo, no es tan difícil.

Suspiro  y comenzó a ver las pinturas. Yo saque mi celular y coloque Arabella.

Alzo una ceja y yo solo alce los hombros. Mi caballete estaba atrás de él, para poder pintarlo bien. Comenzó pintando todo el lienzo de negro y azul. Me detuve a admirarlo por un rato, Nicolás tenía puesto un buzo negro que le quedaba muy bien, él era guapo, muy guapo, parecía un puto Dios griego, su mirada era intensa, era alto, Dios sus fracciones, sus padres lo hicieron con mucho amor, demasiado, porque les quedo perfecto.

Deja de mirarlo tanto, das miedo, aunque sí, sus padres lo hicieron con mucha paciencia.

Comencé a pintar, me dejé llevar por el ritmo de la música, me estaba quedando bien. Él estaba haciendo una especie de campo, yo lo estaba haciendo a él. El sol se estaba ocultando y mi pintura estaba lista. Así que fui a molestarlo un rato.

— ¿Qué haces?

— Jugando monopolio ¿Quieres jugar? — don ironía le decían.

— No gracias paso, ¿Sabes?

—No, no sé, ilumíname.

—Tu aura es negra, deberías tener más colores, como el lila que tienes en la mejilla.

— Pero si ni siquiera he usado el color lila —blanqueó los ojos.

— Sí, mira — como era de esperarse le pase el pincel por toda la mejilla — si vez tienes machado, deberías de tener más cuidado y no desperdiciarme las pinturas, Smith. Me cuestan.

— Miller, no seas inmadura.

— Ups, no me di cuenta.

— Con que esas tenemos – dijo en un tono divertido.

Mi instinto de alerta se activó y decidí retroceder, pero él agarró la paleta de colores y se acercó a mí. Yo comencé a retroceder casi corriendo.

— Nicolás — advertí.

— Vamos a jugar, Ty — dijo con una sonrisa juguetona.

Él comenzó a correr hacia mí y yo corrí más rápido, su jardín era grande, así que tenía mucho espacio para correr.

Seamos como la luna y el sol [Borrador]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora