Capítulo XXX

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Nicolás.

La vi llegar con su vestido blanco de flores azules. Tenía una enorme sonrisa, su cabello estaba suelto. Cuando terminó de entrar por el camino de arco de flores, que gracias a Ellie pudimos lograr, salí de donde estaba y comencé.

—¿Sabías que la leyenda de la luna y el sol es una de las leyendas más magnificas y puras sobre el amor verdadero? — centra toda su atención en mí — la leyenda cuenta que un día la luna vio al sol por primera vez y quedó completa y verdaderamente enamorado de ella, porque era muy brillante y hermosa. Pero la luna, que era oscura y fría, creyó que el sol no se iba a fijar él — me acerco a ella poco a poco — pero estaba tan enamorado que lo intento, poco a poco el sol le fue brindando su luz y su atención a la luna y la luna se convirtió en el ser más feliz del universo. Ellos se enamoraron locamente. Pero su amor era tan grande y tan fuerte que el universo decidió separarlos.

Tiene lágrimas en los ojos y una sonrisa de oreja a oreja.

—Ella, por lo triste que estaba, ya no brillaba mucho y él alejó a todas las estrellas que lo rodeaban, porque la estrella que quería, no estaba. Los humanos, al ver esto, se apiadaron de ellos y les permitieron verse dos veces, cada año. A eso lo conocemos como eclipse. Lo que los une a ambos es un hilo cósmico de estrellas. Prometen extrañarse hasta la próxima vez. Por eso te comencé a llamar mi sol, porque cuando te vi me enamoré de ti y creía que no te ibas a fijar en mí, porque eres maravillosa.

—Me fije en ti porque me demostraste que el amor se demuestra con acciones y que cuando quieres ver a esa persona feliz haces todo lo posible.

—Pagaría millones con tal de verte sonreír siempre — ella comienza a reírse —. Te amo, te amo y te amo. Seamos como la luna y el sol y que esa sea nuestra etiqueta, ¿Qué dices, aceptas?

Acaba con la poca distancia que había entre nosotros y me besa.

Hai shi shan meng, mi luna — dice sonriendo.

Hai shi shan meng, mi sol.

—¡No puede ser! — se separa de mí y comienza a dar brinquitos de felicidad.

—¿Qué cosa?

—Tengo a mi propio personaje literario como novio, mi sueño de toda la vida — se acerca y me abraza— te amo muchísimo.

—Yo también tengo a mi personaje literario.

—Tú y yo — me señala — dos personajes literarios contra el mundo.

—Me agrada, vamos, debemos acomodarnos para ver el eclipse.

—¿En serio? — pregunta sonriendo.

—Sí, hoy es nuestro día.

—¿Preparaste tú solo todo esto?

—Una amiga de la familia me ayudó, aunque tuve que pagarle con un favor, pero sí

—¿Qué favor? — pregunta curiosa.

—Una entrevista con su hija.

—¿Ella sabe que escribes?

—Sí, fue una tortura, pero todo eso valió la pena.

—¿Te he dicho cuanto te amo?

—No, no que yo recuerde.

—Te amo demasiado, pero demasiado es poco, te amo infinitamente.

Caminamos hasta el muelle del lago y nos acostamos. No podía pedir más, yo ya me encontraba completamente feliz. Estaba con ella. No podría pedir más. Nada, no me faltaba nada, porque con ella lo tenía todo: amor, felicidad, paz, seguridad y confianza.






—Pero, ¿Ahora quien me dará eso? — me pregunto a mí mismo con lágrimas en los ojos mientras observo el ataúd de ella — eso era lo que habría pasado, si ella hubiera llegado — me aclaro la garganta — pero como dice la canción, si los finales felices existieran. Todavía te estaría abrazando — y ya no lo volveré a hacer — Respetaré la promesa que te hice, las cuidaré como si fueran mis hermanas.



Seamos como la luna y el sol [Borrador]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora