Idiota, estúpida, terca y todos sus derivados son las palabras “correctas” para describir la clase de persona que Nam Gi-Hye era, o bueno, es.
Por alguna razón —aunque en realidad no tenga motivo—, está chica estaba siguiendome aún cuando le dije que se quedara con sus amigos, debí suponer que, como una persona que le gustaba llevarme la contraria, no iba a obedecer algo tan simple como un: No.
Ella estaba ahí, corriendo como si ningún zombie estuviera detrás de si persiguiendola, y todo por un capricho.
Aunque no era precisamente el indicado para hablar de caprichos por personas, lo que Hye estaba haciendo no era más que tonto y arriesgado.
Hye...
Hace mucho tiempo que no la llamaba así, normalmente era por su apellido, o sólo su nombre.
Pero ignorando eso, debíamos de escapar a menos que esas cosas logren atraparnos, al menos a ella.
—¡Eres una grandísima terca!
Y torpe, porque la muy idiota tropezó, y no me quedó de otra que ayudarla a levantarse antes que uno de ellos pudiera lastimarla empujandola lejos.
