Cuando vi a mi hermano, lo único que pensé fue en correr hasta él, el maldito idiota si había venido por mi y aunque yo quisiera molestarme con él, su simple gesto hizo que quisiera llorar.
Lo abracé porque por un instante me lo imaginé siendo una de esas cosas cuando apenas venía a buscarme y sentí miedo por quedarme sola; sin embargo, él estaba aquí, bien y siendo ese hermano mayor que me protegía siempre. Y yo lo amaba por eso.
Ahora mismo todos —incluyendo a Gwi Nam— habíamos terminado en una repisa de concreto del área de construcción, la muerte del señor Nam me había dejado un pesar en el pecho, en ningún otro escenario imaginario hubiera pensado que pasaría algo así, menos a On-Jo, ella aún estaba ida, siendo abrazada por CheongSan y dejándose llorar sobre él.
Me recosté sobre el hombro de mi hermano y él posó su cabeza sobre la mía, el miedo de perder a Kyong me invadió, no podía sólo imaginarme lo que pasaría si eso sucediera, no me creería capaz de continuar.
Mi mano aún seguía entrelazada con la de Gwi Nam y a decir verdad, no comenzaba a sentir ganas de separarme de él, ni de nadie.
—¿Estás bien? — me susurró, mi dedo de movía sobre el dorso de su mano, lo miré un segundo y le asentí.
No mencionó nada más.
Kyong se removió un poco, luego me miró, recordé algo —. ¿Por qué esa cara larga?
—Hay muchas cosas que tienes que contarme ¿Cómo fue que te encontraste al señor Nam? — pregunté, él suspiró.
—Larga historia, cuando llegué al aeropuerto, varios policías me interceptaron, vieron mi credencial y que era originario de Hyosan, me llevaron a un refugio no tan alejado, pregunté sobre el instituto Hyosan y si habían rescatado a estudiantes y dónde estaban, el señor Nam buscaba a su hija, teníamos un solo objetivo, así que golpeamos a los guardias y nos escapamos ¿Genial verdad?
