Lo último que recordaba antes de que todo se vuelva oscuro fue la tormenta de arena que nos impactó a todos, y ahora sólo se podía ver las llamas que seguían consumiendo — quizá — lo último que quedaba del instituto.
Con las manos temblando y las piernas temblorosas, abracé el relicario que mi hermano me dió.
—No...
Avancé unos cuantos pasos antes de caer al suelo, con lágrimas en los ojos y la gran herida en mi muslo, me permiti llorar nuevamente por la muerte de Kyong-Hye, sentí a alguien abrazarme por detrás y apegarme a su pecho, no me importaba quien fuera, solo me aferré a esa persona mientras seguía hipando.
Era en estos momentos en los que me sentía destruida mentalmente y necesitaba algo en lo cual llorar, o al menos saber que no estaba tan sola después de todo, aunque la falta de presencia de Kyong en mi vida seguiría siempre ahí presente, quería mentirme a mi misma con algo que talvez no duré.
***
Los ojos me pesaban, estaba en una superficie dura y algo grumosa, la cabeza me dolía y mi muslo izquierdo ardía.
Lo último que recordaba era ser abrazada por alguien mientras lloraba sujetando el relicario.
Ya había amanecido, el ambiente está tenso y triste, dos muertes más se sumaban a la lista, estaba tan cansada de perder a las personas más importantes de nuestras vidas, I-Sak, Joon Young, el Señor Nam y ahora mi hermano.
