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Adrenalina.

Eso era lo que estaba sintiendo en estos momentos mientras corría a todo lo que mi cuerpo sin una gota de cafeína podía. Llegar tarde a clases nunca termina bien, pero ojo, la alarma no la controlo yo, técnicamente si, pero yo ya había recordado colocarla la noche anterior, más de ahí no puedo hacer para obligarla a sonar.

Eso era lo que quería creer porque en realidad, sabía que había sido mala idea anoche, quedarme jugando Warzone, pero mi débil defensa es que mis ganas de jugar eran más grandes que preocuparme de escuchar la alarma.

Respiraba irregularmente mientras el viento llegaba a mi rostro, despeinándome mientras trato de que no me caiga una basura en el ojo y no terminase besando el suelo, es difícil.

Sobreviví al regaño de mi madre hoy por la mañana, así que podría sobrevivir por el resto del día, o al menos eso espero.

Visualice la escuela un poco más adelante, me detuve en la esquina para poder cruzar, mi cerebro estaba medio dormido pero aún así, supongo que tengo instintos de sobrevivencia, ya que si no las tuviera hubiera cruzado sin ver a ninguno de los lados, así que el día que no me funcione el instinto lo más seguro es que me vaya para el otro lado.

El sonido de los mensajes no se detenían, suspiré frustrado moviendo el pie rápidamente viendo que solo tenía que cruzar para llegar. —Al menos no son las nueve. - susurré viendo como mi reloj de muñeca marcaba las 8:40.

Apenas el semáforo marcó en verde cruce la calle como alma que lleva el diablo, toque el timbre en portería, salió la encargada, me interrogó un poco y luego me dejó ir al salón.

Antes de entrar arregle un poco mis fachas ya que ni siquiera había alcanzado a lavar mis dientes, menos mi cara, así que peine mi cabello con la mano y toque suavemente, la profesora me hizo una señal de que entrara. —Permiso profesora. - mencione mientras abría la puerta.

Ella solo se quedó en silencio mientras esperaba a que me sentara en mi asiento bajo su mirada juzgante.

—Te envié un montón de mensajes, y no respondiste ni uno.

—Estaba tratando de sobrevivir a los peligros mañaneros, ¿y tú querías que arriesgue mi vida respondiendo un mensaje?. - lo miré indignado.

—Estaba solo, y tuve que poner mi mochila en tú asiento. - bufo. —Porque una chica estaba muy interesada en sentarse a mi lado.

—Lo que digas. - susurré sacando un cuaderno.

—Digo la verdad Donghyuck. - regaño.

—No te creo. - me encogí de hombros.

—Anoche jugamos en línea, yo también me dormí a la misma hora que tú, la diferencia es que no duermo como un muerto.

Le pegue en la nuca. —No digas tonterías, no tengo el sueño tan profundo.

—Lo dices porque jamás te has visto hablar dormido. - me miró mientras se sobaba la parte adolorida. —Das miedo. - se removió como si sintiera un escalofrío.

Me encogí de hombros. —Al menos no babeo.

—Eso sería lo único que falta. - susurro volviendo la vista hacia el frente.

Le pegué fuerte en el hombro y lo miré mal. —Idiota. - le dije mientras intentaba poner atención a la clase de historia. —Mejor presta atención, apuesto a que este ramo te da rojo el primer semestre. - Apunte la pizarra con mi mentón.

—Tks, copiando soy profesional.

Blanquee los ojos, al menos tuve la suerte de que no había nadie sentado en la otra esquina del salón, porque sino mi mañana hubiera sido un poco más alterada de lo que ya era.

Fuego bajo la lluviaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora