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—Siéntate.

Escuché su orden, pero aún así seguí parado no entendiendo nada, parecía que por unos segundos mi cerebro se había dormido por completo.

—Donghyuck, ¡Siéntate!.

Asentí rápidamente ante su fuerte tono de voz y me senté en el sofá individual que estaba al frente, trate disimuladamente de mirar a mi mamá para que de alguna forma su mirada me diera a entender que era lo que sucedía, pero ella solo me miraba con tristeza.

—Todo este tiempo. - suspiró, parecía estar tratando de contener su rabia. —Siempre te he tratado de dar lo mejor. - asintió mirándome completamente serio con un tono de voz severo, sacó su celular y lo puso sobre la mesa de centro que estaba al medio de los dos. —Ayer por la mañana, me ha llegado esto.

Se fue mi respiración mientras sentía como se me bajó la presión, me dolió el estómago, todo eso chocó contra mí, tal como si fuera el protagonista de un accidente perdiendo de inmediato la noción del tiempo.

No hizo falta que me acercara a ver para saber lo que era, solo el sonido de mi voz diciéndole groserías a Mark era suficiente para saber de qué se trataba. Suspiré agachando la cabeza sin ser capaz de ver a mi papá a los ojos.

—Quiero una explicación.

Asentí, pero ni siquiera me siento capaz de poder hablar claramente, el silencio me estaba matando.

—Creí que te había educado bien, pero esto me demuestra todo lo contrario. - se acomodo en el sofá. —¡Mírame a los ojos cuando habló!.

Fruncí el ceño y lo miré.

—Trabajo hasta altas horas de la noche para que tú tengas lo mejor, y me sales con esto. - asintió mirando a mi mamá de reojo. —Te dejo tomar alcohol todo lo que quieras, la única regla que te pido es que lo hagas en casa, y esa... - apuntó su teléfono. —No es tu casa.

—Perdón. - dije a penas.

Él negó. —Le pedí a tú mamá tu informe de notas. - respiró hondo. —Las bajaste, ¡Tú único deber es estudiar!, ¡Para eso trabajo!. - toco su frente.

—No son muy bajas. - habló mi mamá poniéndose a mi lado, toco mi hombro.

—¿Y eso qué tiene que ver?. - pregunte casi en un hilo de voz. —Siempre tengo un buen promedio a final de año, ¿que tiene que si es que tengo un par de notas bajas?.

—¡No subas el tono de voz!. - se levantó del sofá. —¡Lo que pasa es que tú promedio baja!, ¿¡Cómo llegarás así a la universidad!?.

Cerré mis puños lo más fuerte que podía para sentir que no iba a explotar en este momento.

Se paró detrás del sofá mirándome desde allí. —¿Qué sigue?, ¿encontrarte botado en la calle?.

Negue.

—A este paso, no serás nadie en la vida.

—¡No le hables así!.

Asentí sin apartarle la mirada. —Entonces, no esperes nada de mí.

—¡Ves lo que causas!. - le dijo a mi mamá mientras me señalaba.

—¡No es su culpa!. - me levante. —Es mía, yo bajé las notas, yo le rogué para que me dejara salir, ¡es mi culpa!. - explote. —No pedí tú permiso porque sé que no me lo darías.

—No, porque mira lo que causas Donghyuck. - volvió a suspirar a la vez que se sentaba en el sofá. —No soy un mal papá, solo quiero lo mejor para tí, te acepto como eres.

Fuego bajo la lluviaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora