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Medio día.

Estoy sentado en una mesa al lado de unas personas que no conozco, mi mamá me hizo un par de señas para que pusiera una sonrisa, pero a ver.

Me está sudando hasta la línea del culo estando en un traje el cual ella misma me obligó a usar porque supuestamente no podía estar vestido como un "harapiento". Ropa es ropa, cosa que no entienden solo porque en todos los cumpleaños de mi papá al parecer para ellos solo existen los ternos para joderse de calor, y para estar incomodo y perseguido porque la tela es fácil de romper, además ni siquiera entiendo de lo que todos están hablando, no quiero estar aquí, las señoras me miran como si yo fuera algún famoso alegando que la última vez que me vieron fue cuando era pequeño, cada año me ven al menos una vez, no es que no me hayan visto en diez años, y sin embargo me dicen lo mismo todos los años, ¡ni siquiera he cambiado tanto!, además tampoco tengo primos de mi misma edad, así que por obvias razones no voy a sonreír como si todo fuera de color rosa.

Me levante pidiendo permiso solo para ir adentro y robar un poco de champán, de seguro voy a tener que soportar este mismo ambiente hasta la madrugada y no creo que pueda si no recibo algo que disminuya mi ansiedad, el alcohol me había metido en problemas, pero todos están en su burbuja y dudo que se den cuenta.

Todos estaban el patio trasero, así que la casa estaba vacía, de todas formas solo robaría una copa y ya, tampoco quería que me atraparán, miré hacia todos lados antes de sacar la botella del bar que estaba en una esquina un poco oculta de la casa y me dirigí rápidamente a la cocina para servirme una copa.

Me tome la primera de un solo sorbo para sentir el ardor en mi garganta, carraspee dejando la copa vacía sobre la mesa, la resistencia al alcohol no es lo mío, pero estar distraído tratando de que no se note mi ligero percance con el champán era más entretenido que estar conversando con personas que no conozco, apreté los labios mirando de reojo la puerta, luego volví a mirar la botella por un segundo, luego otra vez miré la copa vacía.

"Igual, podría tomar una más.... el número dos es casi igual que el uno, no hay mucha diferencia".

Me encogí de hombros y volví a servir la copa llena de champán asegurándome que estuviera casi al borde, si iba a ser la última copa, entonces que valiera la pena.

—Parece que tú no aprendes.

Me quedé tieso, con el champán aún en mis mejillas y con mi mano sujetando la copa a medio bajar.

"Dios.... ¿porque yo?, si sabes que no soy tu mejor guerrero".

Aún así trague el champán calmadamente sin demostrar que mis piernas comenzaron a temblar ligeramente no siendo efecto del alcohol precisamente y mi respiración se había quedado atorada en mi pecho por un segundo. Deje la copa con la mitad del champán en la mesa. Carraspee y tome valor para voltearme apoyando ligeramente mi espalda en la mesa.

Carcajeó. —Parece que se te acaba de ir el alma.

"Si, de hecho si se me fue".

—¿Qué haces aquí?. - dije frío.

—¿Por qué aquella pregunta?. - arqueó una ceja. —Te lo dije antes, que fueras un buen anfitrión. - apretó los labios mirando la botella de champán y la copa que estaba tomando antes —Pero por lo que veo.... ni para eso sirves.

Sonreí irónico pasando la lengua por dentro de mi mejilla. -–No es que no sea un buen anfitrión, solo... - miré sus labios y luego subí mi mirada directamente a sus ojos. —Creí que te había espantado.

—No me asusto con cosas insignificantes.

Asentí volviendo a tomar mi copa para terminar de beber el resto de champán que quedaba en ella. —El golpe que me diste me hace creer que no fue tan insignificante. - susurre antes de beber de la copa.

Fuego bajo la lluviaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora