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Pregunta seria a mi mismo, ¿Cómo debo sentirme respecto a todo esto?.

Ni puta idea, también es mi respuesta.

Últimamente todas las mañanas las hemos iniciado con un mensaje del profesor en el grupo del curso diciendo que nos vería en media hora en el casino, así que mis mañanas se habían basado en avisparme antes de que Ian despertara, y poder ganar el baño para hacer todo lo que debía hacer y llegar al casino en cinco minutos antes.

—¿Fumaste algo?.

Suspiré cansado. —Ya te dije que no.

—Te creeré. - le dio un mordisco al pan. —Por esta vez.

—Deberías confiar en mí.

—Lo hago. - respondió con la boca llena a lo que yo hice una mueca desagradable. —Pero aún no me explico las grandes ojeras y ojos rojos que te cargas.

—El lugar no es muy agradable, dormir bien aquí para mí no es opción. - volví a recargar mi cabeza sobre mi mochila.

—Igual todo no ha estado tan mal. - se encogió de hombros antes de beber de su jugo.

—Para ti. - bufé. —Pero yo ya he descubierto dos cosas. - señalé con los dedos. —La primera es que en verdad se escuchan pasos en el pasillo. Y la segunda, es que en verdad era un pendejo hace cinco años atrás, revise mi galería a profundidad, definitivamente había cosas bastante gloriosas olvidadas.

—¿Y porque no jugaste o algo?.

"Mi yo que lo soporta, dame paciencia".

—Idiota. - lo miré cansado. —No hay internet.

—Tks, se me olvida. - se encogió de hombros. —Es que antes de venir deje descargados los capítulos de la serie, así que no siento mucho la falta de internet.

Levante un poco la cabeza para poner mis brazos bajo mi mentón y apoyar allí mi cabeza para poder mirar mejor a mi alrededor, el profesor recién estaba entrando con papeles en sus manos, seguramente era la lista, nos había indicado que la lista de asistencia seguiría funcionando igual que cuando estamos en la escuela, es decir que si llegamos tarde, se nos sancionará o nos bajara la calificación.

Casi todos estaban con cara de sueño o cabeceando, pero yo no tenía cara de sueño, sino de muerto.

—¡OYE MALDITO VEN AQUÍ!. - el grito de Mark se escuchó fuerte, vi como corrió mientras agarraba a uno de mis compañeros por el cuello, eso hasta a mi me pareció doloroso.

—¡NO HAGAN ESO JÓVENES!.

El profesor les siguió gritando mientras los sacaba del casino, todos estaban riendo, excepto yo.

—No has tenido avances. - afirmó.

Negué volviendo mi atención hacia él.

—¿Y cuando?, ¿siquiera lo intentaras?. - sonó un poco molesto.

—Cuando se me dé la oportunidad.

Carcajeó sin gracia. —Han pasado dos días, y no has hecho nada. ¿Quién eres tú y qué has hecho con mi mejor amigo?.

—Nadieee.

—Hyuck, tú no eres del tipo que espera una oportunidad, tú la buscas.

—Eso es lo que estoy haciendo, pero no me crees.

Suspiró mirándome mal.

—Echa tu aliento en otra dirección. - tape mi nariz. —Me llegó todo el olor del pan y el juego mezclado. - le voltee la cara.

Fuego bajo la lluviaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora