41

477 61 11
                                    


—¡Ya entendí!.

—¡No me levantes la voz!.

Suspiré tratando de calmarme. —No voy a ir, ¿que?, ¿acaso tu ya perdonaste que te engañara?. - reí negando. —No, a ti te duele más que ni siquiera se fuera con una mujer.

Me miró con los ojos llorosos. Eso me dolió. —Si, me dolió Mark, reconozco que fue difícil todo lo que pasamos después de esto, ¡pero ya lo entendí!. - levantó su voz. —¡Y tú aún no lo haces!. - suspiró. —A pesar de todo sigue siendo tú papá y eso no va a cambiar nunca.

—Lo sé. - asentí. —Puede que tenga sus genes, pero no lo considero como una figura paternal, y nunca lo haré.

—Yo solo quiero lo mejor para ti.

—Quieres lo mejor para mi. - repetí. —Entonces por eso quieres que me vaya con él, con quién casi no hablo, con quien no tengo confianza, y esperás que le confié mi vida junto a mi futuro como si nada, a un país que no conozco, ya si, se nota que quieres lo mejor para mi. - hable con ironía.

—Deja de ser así.

—¿Así como?, ¡te estoy reclamando porque no quiero irme!.

—¡De tener rencor!.

—¡No lo defiendas!.

Pasó una mano frustrada por su cara. —Así no llegarás a ningún lado.

—Tampoco me interesa llegar a un lado si es de él de quien tengo que depender.

Suspiré y me di la vuelta para salir tomando mi mochila, no me he duchado ni cambiado la ropa de entrenamiento, ya ni siquiera me preguntaba a dónde iba, discusiones como esta se convirtieron en rutina desde que mi papá me ofreció el trato, mi mamá se volvió insoportable, trataba de convencerme y sacaba el tema cada vez que tenía oportunidad, eso provocaba que termináramos discutiendo.

Simplemente tome un taxi hacia una dirección que ya conocía de memoria. Apenas llegue toque la puerta un par de veces, hasta que me abrió. —¿Por qué te demoraste tanto?.

—Perdón. - blanqueó los ojos.

—¿Estás solo?.

Asintió caminando hacia el sofá sentándose relajado. —¿Quieres cerveza?.

Suspiré. —Bueno. - la recibí y me senté a su lado. —Fumaste. - aseguré al sentir el olor inundar potentemente mis fosas nasales a la vez que me fijaba en sus ojos rojos.

—Solo fue un pitito nada más. - se encogió de hombros.

Blanquee los ojos y abrí la cerveza, mire fórmula uno con él un rato.

—No te has duchado.

Negué. —¿Tan feo olor tengo?.

—Estás del asco. - aseguro.

—Problemas como siempre.

—Mi hermana me dijo hace rato que llegaría con una pizza, ¿te quedas a comer?.

Asentí y bufé sacando el sobre de mi mochila. —Tenemos un problema.

—Aaagg dime que no es ilegal, ya estoy hasta los huevos de los policías.

Negué entregándoselo. —Alguien nos vio.

Le dio un sorbo a su cerveza manchando un poco su polera pero no le importo, frunció el ceño por unos segundos, pero luego solo me lo volvió a pasar como si nada hubiera pasado. —¿Tú quién crees que es?.

Me encogí de hombros. —No sé, por eso estoy aquí también.

Él se quedó en silencio mientras se rascaba la mejilla. —Si tiene las conversaciones de lo que pasó... tal vez fue alguien del grupo.

Fuego bajo la lluviaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora