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¿Qué es la dignidad?. Pregunta seria.

Porque ya no sé qué es eso desde anoche, perdí toda mi humanidad y mi orgullo, todo se fue como si nunca hubiera existido. Puedo culpar a mi impulsividad, si, porque en parte si fue por eso, pero después ni siquiera me aparte, el problema, ¡Es que le demostré que me quedó gustando lo que.... pasó!.

La calentura es una mierda, un pecado, tal como dirían los demás. Pusieron la manzana prohibida frente a mí, y ¿Qué hice yo?, ¡La mordí!, caí como si jamás hubiera tenido orgullo.

—Tks. - cerré los ojos apartando mi mirada de la camiseta número 8.

—¿Qué te pasa?, te he hablado todo el rato y parece que estás en otro mundo.

"Lo estoy". Suspiré mirando a Jaemin. —No es eso, es que anoche dormí poco.

—Aja, y a mí me llevaron las brujas. - bufó mirando la cancha de fútbol. —¿No deberías estar allí entrenando también?.

Asentí arreglándome el gorro con los audífonos aunque no estuviera escuchando nada. —Por eso me estoy escondiendo del entrenador. - me recosté en las gradas cerrando los ojos sintiendo el sol en mi rostro. Volví a mirar a Jae. —¿Qué?.

—¿Seguro que no te pasa nada?, estar aquí es arriesgado si te estás encendiendo, no es como si fueras invisible.

—Cálmate, si nos atrapan me castigarán solo a mí.

—Exacto, y por eso yo me quedaré sin compañía en clases.

—Yaaa. - bufé. —No es nada, en serio.

—Estabas mirando mucho a Mark Lee. - entrecerró los ojos.

—Peleamos, como siempre. - me encogí de hombros sintiendo un pequeño dolor en el estomago de nervios.

—Típico de ustedes. - blanqueó los ojos. —Lo bueno, es que ya quedan pocos meses para graduarnos de esto.

—Si...

—Antes te estaba contando cómo es que mi abuelo se levanta super temprano. - lloriqueó. —Me despertó a las seis de la mañana para que lo acompañase a tomar desayuno, ¡Seis de la mañana!.

—Shh, baja el tono, vas a llamar la atención.

—Así es mi tono de voz. - se encogió de hombros. —Deberías estar acostumbrado.

Suspiré volviendo a mirar de reojo al dueño de la camiseta 8, pero luego volví a mirar a Jaemin. —Oye.

—¿Qué?.

Apreté los labios no queriendo preguntar, pero la duda me consumía desde esta mañana, tal vez antes, pero ahora... era diferente, mucho más molesto. —¿Cómo sabes... cuando te gusta alguien?.

—¿¡Te gusta alguien!?, ¿¡Quien es!?.

Blanqueé los ojos. —Te dije que bajaras la voz.

—Bien, pero ya en serio, ¿Por qué me preguntas eso?.

—Curiosidad.

—Siii... curiosidad. - habló irónico. —Te conozco como la palma de mi mano, si no estuvieras interesado en alguien, ni siquiera me preguntarías.

Negue. —¡Pero si es verdad!, ¿acaso no te puedo preguntar algo así?.

—Por eso, porque nunca me preguntas algo así. De lo único que hablamos a diario es sobre nuestra estabilidad mental, el futuro, los juegos, y nuestros cantantes favoritos.

Escuchamos el timbre de entrar a clases y nos levantamos para bajar de las gradas, casi corrimos hasta llegar al pasillo en el que no estaba cerca de la cancha.

Fuego bajo la lluviaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora