Esa sensación rara de querer volver a verte, sentirte, tenerte. Esa sensación desconocida de alejarte, perderte.
La tensión del primer encuentro será equiparable a la de la última despedida. Qué decir, qué hablar, qué contar, qué relatar, qué narrar. Cuando sobran las palabras. Cuando solo necesito escuchar el latido de tu corazón diciéndome que has vuelto para quedarte, para pasar la Navidad de nuestra vida, encerrados en casa, una cama y varias mantas. Quiero soplar todas las velas de la tarta, y después comerte. Quiero volver a enseñarte Madrid mientras tu me enseñas las lineas de tu cuerpo. Solo nos queda decidir que sensación cogemos; volver a verte, quererte,tenerte u olvidarte, supongo que no empezar es otra forma de acabar. De enterrar lo que nunca se murió y rezar para que no se desentierre, que nieve y se renueve la tierra. Con esta tierra poca primavera va a haber, necesito que llueva,nieve, hiele. Que cualquier fenómeno meteorológico tenga más fuerza que tus lagrimas. Quemar las raíces podridas de un árbol que nunca dio frutos, solo dolor de espalda producido al agacharse a coger las hojas que caían con cada intento de llegar a la copa, y como siempre, vaciarla. Hubo muchas hojas, quizás demasiadas, también había capullos que, obviamente, no llegaron a salir. Ni saldrán.