No veo el momento en el que este invierno crónico se deshiele. El frío mantiene mis heridas calientes. Las puñaladas por la espalda no sangran, están coaguladas y hechas escarcha. El dolor interno se me clava en las costillas, al escuchar de madrugada tantas malas noticias. Me vengo arriba; de tocar suelo solo se puede subir hacia la cima, derrito el hielo y asciendo tus mentiras. Ejércitos de libélulas me curan las heridas.