Capítulo 21

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–¡Jason, tu cumpleaños se acerca! –Ángela le dijo, emocionada.

–Falta un mes. –respondió, cansado– No creo que sea para tanto.

–¿Cómo que no es para tanto? –preguntó, levantando un poco la voz y todos nos miraron– ¡Vas a cumplir otro año en este mundo!

Él se encogió de hombros. Le daba igual su cumpleaños.

–Mi único plan de cumpleaños es estar con mi novia. –le dijo y tomó mi mano– Podemos ver películas, series o lo que sea y comer mucho helado.

–¡Jason! –se cruzó de brazos– ¡No seas amargado! ¡Se feliz!

–Ya te dije con lo que soy feliz, así que no voy a cambiar de opinión. –soltó un pesado suspiro– Desde hace años no celebro mi cumpleaños con emoción y poco a poco dejo de gustarme.

Estoy segura que se debe a un trauma que tuvo en su infancia.

Lo mismo opino.

–¡Lucía, dile algo a tu novio!

–¿Qué quieres que le diga? –la miré y entrecerré mis ojos– Si él no quiere celebrarlo con una fiesta, está bien. Hay que respetar su decisión.

–¡Aburridos!

Nos miramos y reímos.

Han pasado dos semanas desde que conocí a mí padre. En este tiempo hemos convivido mucho y nos tenemos mucha confianza. No puedo olvidar que tenemos una maravillosa conexión.

En estas semanas no he visto mucho a Joaquín o a Alejandra, parecía que se los había tragado la tierra. Llegaba un punto donde me preguntaba si ellos estaban bien.

Querida, ella nos odia con todo su ser.

Lo sé, pero no porque nos odie quiere decir que no nos importa su bienestar.

¡Eres tan dura para algunas cosas y para otras eres tan suave!

–Lucía. –mencionó, mi amiga– Mira quién ha llegado.

Levanté la cabeza para mirar hacía la entrada y poder ver de quién se trataba: Alejandra. No estaba usando maquillaje, ni mucho menos uno de esos vestidos hermosos que solían caracterizarla. Se veía tan diferente.

Parece que fue a visitar a la llorona.

Conciencia, no es momento.

O la llorona eres tú.

Continúe observandola y me di cuenta de que tenía los ojos rojos, estaba muy ojerosa. Algo no estaba bien.

–¿Qué crees que haya pasado? –Jason, me preguntó.

–No lo sé.

Sus amigas se acercaron a ella para saludarla o ver si estaba bien, no decía nada, solo las evitaba. Aceleró sus pasos para alejarse y caminar hasta los baños.

Sin pensarlo dos veces me puse de pie y les di una mirada. Iba a seguirla para ver si estaba bien. Comencé a caminar lo más rápido que pude hasta que pude llegar a los baños.

Alejandra estaba recargada en el lavabo, mientras que las lágrimas caían de sus ojos. Entre en silencio y me quedé ahí, asu lado. Por el reflejo del espejo vi a Jason y a Ángela afuera, viendo lo que ocurría.

–¿Estás bien? –Le pregunté.

Cuando me escucho, levantó la cabeza para mirarme. Esperaba a que me corriera del baño o se molestará, pero solo me abrazó y continuó llorando.

–¡Lucí, tenías razón!

Siempre la tenemos, cariño.

–Joaquín se molestó cuando le dije acerca de mi embarazo. Me dijo que todo esto era mi culpa. –me explicó, mientras lloraba– ¡Fui una estúpida! ¡Pensé que lo tomaría bien!

CELOSO • SKDonde viven las historias. Descúbrelo ahora