Capítulo 22

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16 de noviembre, 2019.

El cumpleaños de Jason.

Desperté por el sonido de mi alarma. Al abrir los ojos la apagué y le di una mirada a mi novio. Él seguía durmiendo tan feliz y tranquilamente.

Está en su quinto sueño.

Me levanté de la cama, con cuidado de no hacer ningún movimiento brusco que pudiera despertarlo. Salí de la habitación, baje a la cocina y comencé a prepararle su desayuno.

Nunca te había visto tan romántica.

Cállate y pon atención. No quiero que esto salga mal.

A sus órdenes.

Hice una pausa para poner un poco de música y evitar que mi ambiente en la cocina se sintiera deprimente.

Después de dos horas y media terminé de preparar su desayuno. Limpie la cocina, puse todo en la bandeja y con cuidado de no caerme comencé a subir las escaleras hacía la habitación.

Una vez ahí cerré la puerta, me quedé observando a Jason y como si hubiera sentido mi presencia él se sentó en la cama, aún con los ojos cerrados.

–¿Lucí?

–¡Feliz cumpleaños, cielo!

Al escucharme soltó un brinco del susto y solté una risa. Abrió sus ojos, se quedó observandome y poco a poco a se formó una sonrisa en sus labios.

Muchas veces hemos dormido juntos, pero nunca me había dado cuenta que cuando despierta sus ojos son más oscuros de lo normal. Hasta ahora que estoy frente a él pude notarlo. Cada vez tienen un brillo más intenso.

–Te prepare tu desayuno. –le dije, sonriente– Espero que te gusta.

–Todo de ti me gusta. –respondió– Hasta la comida.

Di unos pasos a la cama. Una vez ahí le entregué su bandeja de comida, me senté a su lado y besé dulcemente.

–¡Huele delicioso! –me dijo, emocionado– ¡Gracias, bonita!

–Lo hice con mucho amor. –le di otro beso– ¡Disfrútalo!

Me dio una cálida sonrisa para luego empezar a comer su desayuno. Había momentos donde me ponía el tenedor en la boca para que igual comiera.

¡Él es tan tierno!

Después de un rato terminó de comer su desayuno, me agradeció con muchos besos, se puso de pie para poner la bandeja en el pequeño escritorio y volvió a la cama conmigo.

Le di una mirada para luego sentarme a horcajadas sobre sus piernas y abrazarlo cálidamente. Él me pegó a su cuerpo y comenzó a hacer caricias en mi cintura.

–¡Te tengo un regalo!

–¿Qué es?

–Un buen polvo.

Pensé que esa broma no le iba a gustar como a mí, pero solo sonrió de una manera perversa e me pegó con más fuerza a él.

–El polvo no es el regalo. –solté una risa– Te tengo algo mejor.

–Sé que de todas formas lo será.

–Te lo daré en la noche, ¿ok?

–De acuerdo. –Mordió su labio de manera coqueta y sentí como mis mejillas ardían.

–¡Contigo no se puede!

Querida, tienes que hacer algo o él va a seguir así hasta que consiga lo que quiere. ¡Lo sabes bien!

CELOSO • SKDonde viven las historias. Descúbrelo ahora