Epílogo

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Desde que era niña crecí rodeada de violencia y traumas. El único buen recuerdo que tengo es que una vez escuché a mi madre decir que todas las personas sufrimos, pero llegará el momento donde eso cambie y por fin logremos ser felices.

Cuánta razón tenía.

En parte de mi vida tuve varios novios, pero ninguno de ellos me hizo sentir lo que esos dos chicos han logrado hacer que sienta en estos años. Quizás eso se debe a la inmadurez que teníamos en ese tiempo o también porque nunca nos tuvimos que enfrentar un mal momento. Ambas son buenas.

El primer chico del que me enamoré en su momento fue un caballero, era un sueño, pero nunca me imaginé la bestia que vivía ahí dentro. Las cosas cambiaron cuando sus celos comenzaron a tener el control de la relación y cuando sus inseguridades se volvieron fuertes. En la relación yo fui quien terminó llena de inseguridades y él lo sabía. Muchas veces llegó a ser tan violento y daba miedo. Nunca entendí que él quería hacer las cosas bien y sin violencia, pero la bestia no quería, no era una opción.

El segundo chico fue tan diferente que me sorprendió y esperaba el momento en el que perdiera el control, pero eso nunca paso. No necesitaba decirle que estaba mal para entenderlo, una vez dijo que mi mirada hablaba por mí y que por eso era fácil entender. Nunca creí enamorarme de él, pero siendo sincera, él ya tenía todo planeado. Me comenzó a dar seguridad, amor y la confianza que necesitaba, era tan diferente a como lo imaginé.

Los dos chicos que tengo a mi lado son tan iguales en muchas cosas, pero tan diferentes en otras y eso siempre lo diré. No sé cómo lo hicieron, pero cada uno me enamoró a su manera y ahora no puedo vivir sin ellos. Son como una droga y yo soy tan adicta a ellos. Nunca me imaginé enamorarme de dos chicos al mismo tiempo y vivir una historia poliamor.

La felicidad venía en paquete doble.

Ha pasado un año desde mi regreso de España y desde que di la sorpresa de que tenía dos hijas. En este tiempo mi relación con los chicos ha sido maravillosa, las niñas están felices de convivir con sus papás. Todo estaba bien hasta que Joaquín tuvo que viajar a Argentina por los asuntos que tenía de su música, conciertos y una que otra entrevista.

Tres meses después de mi regresó comenzamos a planear nuestra boda y ni siquiera habían pedido matrimonio. Mi padre se estaría haciendo cargo de que no hubiera problemas con que los tres nos casáramos. Todo es un lío, pero al final va a valer la pena, lo sé.

21 de octubre, 2023.

Después de tantos meses preparando este momento, por fin ha llegado el día de mi boda con los chicos. Estaba nerviosa, pero me sentía muy tranquila, todo valía la pena.

–Lucía, ¿ya estás lista? –Ángela me preguntó al otro lado de la puerta.

–Parece que sí. –me di una mirada en el espejo– Puedes pasar.

–¡Te ves hermosa! –chilló y me abrazó emocionada– ¡Pareces una princesa!

–Angie, gracias. –respondí, sonriente– ¿Sabes que es lo que me divierte? –me  dio una mirada– Yo siempre decía que no me iba a casar, porque eso no estaba en mis planes. –Reímos.

–¡Lo decías siempre! –murmuró, riendo– Ellos te enamoraron a profundidad. Hicieron las cosas bien.

En todo hacen las cosas bien.

–Lucí, sé que ellos te aman con mucha locura y espero que realmente sepan hacerte feliz. –me dio una mirada a través del espejo– Mereces serlo.

–Estoy segura que lo harán.

Querida, deja de pensar en como te los podrías follar.

–Lucía, es hora de irnos. –me dijo, sonriente– Tú padre te está esperando afuera. –no pude evitar sonreír– Creo que se va a morir cuando se vea a su princesa vestida como una.

CELOSO • SKDonde viven las historias. Descúbrelo ahora