Nota de inicio: ¡¡Hello all, hemos vuelto para las historias Broppy, esperamos que disfruten este capítulo hecho para ustedes y con cariño. Que tengan una buena lectura
En una tarde tranquila de Villa Troll, se encontraba un troll grisáceo de cabello oscuro y actitud opuesta a los trolls coloridos, alegres y cantantes del lugar, por algún motivo aquel apagado troll no le gustaba jugar, bailar, sonreír y sobre todo cantar; este último lo rechazaba más que a nada y le dejaba ver a cualquiera una mirada de profundo asco si tocaba cualquier idea referente a cantar o a la música. En vez de eso, sus actividades preferidas consistían en correr, esconderse, recolectar y especialmente advertir a todos sobre la llegada de los bertenos con para nada amables simulacros, esto último había provocado un gran disgusto a todos en la villa debido a que en una ocasión aquel troll gris había interrumpido un triste funeral para alertar a todos de los bertenos y como si no hubiera sido suficiente falta de respeto el troll había tirado al difunto al suelo y se fue sin disculparse por ello.
Aquel troll se trataba de Ramón, un solitario y amargado troll que nunca quería asistir a ninguna fiesta por muy insistente o divertidas que estas fueran, siempre ocupado para divertirse y ser feliz, Ramón era un troll tan apagado que el sin color le había empezado a nombrar por su falta de color en su vida y no solo por su piel grisácea y cabello negro, se notaba que hasta en su interior él no era colorido en el sentido que no vivía realmente. En el interior de este troll gris era muy frio y triste ya que él había perdido a un ser querido muy importante para él, su abuela, su única familia que había sido, mamá, papá, abuela y abuelo había sido devorada por los bertenos marcando al troll de por vida, por eso Ramón era muy cauteloso y cerrado, quería protegerse y no solo a él, sino a toda Villa Troll a pesar de no ser bien querido por ellos.
-Bueno Ramón, otro día sin ver bertenos- intento sonreír para si mismo, -supongo que no hay más nada por hacer por el día de hoy-
Ramón se marcha y no puede evitar ver con algo de tristeza como algunos trolls se reunían con sus amigos para compartir una noche de juego entre amigos, algo que él deseaba experimentar alguna vez en su vida, pero que sabía que no podría porque él tenía el interminable deber de impedir que los trolls se confiaran demás y no estuvieran alerta del gran peligro que eran los bertenos.
Ramón se marcha a su casa listo para tratar de pasar un tiempo de lectura, tal vez pasear por los largos corredores de su bunker y hasta tal vez comer uno de los tantos cupcakes que algunos trolls le habían regalado antes de que él los molestara con su actitud paranoica y exageradamente cautelosa. Pero al menos mientras ellos estuvieran a salvo y no perdieran a un ser querido como él, Ramón podría en cierto modo estar bien con estar solo.
-¡Ramón justo a tiempo! Como siempre regresas a casa a las 6:30 p.m, ah quiero decir, por fin llegaste, ya me había preocupado por que no llegaras nunca-
Ramón se percata de que cierta princesa alegre y vivaz de piel rosada, adorables pecas brillantes y hermosa sonrisa lo esperaba alegre en su entrada a su refugio con una canasta en manos y una mochila en los hombros de ella.
-¡Princesa Poppy!- él abre los ojos sorprendidos. -¿Qué haces aquí?-
-Creo que no podía ser más obvio Ramón- ella se acerca a él -Vengo a pasar una noche de juego contigo amigo, hasta un troll tan solitario como tú apreciara una noche de diversión con otro ser vivo-
*Recuerdos de Ramón*
-Es película, es es, es una planta, es ah. ¡Un berteno!-
Sonó el sonido de un timbre
-¡AH!- él mira la tarjeta -¡Enserio! ¡¿Un troll?! ¡¿Cómo lo iba a saber?! Tu señas eran muy confusas Gary-
El control remoto se queda estático y sin nada especial.
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Armonía de dos trolls II
FanfictionSeries de relatos y minis capítulos trolls donde todo puede pasar y en donde tú lectora eres parte de la creación de estas historias.