Memorias de un Adios III

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*Agradezco mucho el apoyo que le dan a las historias, sus comentarios son valiosos para mí*

Ramón se preguntaba en que punto él se había equivocado, nunca fue un troll alegre o amistoso, pero siempre buscaba lo mejor para otros. Entonces, ¿por qué la vida parecía siempre ponerlo en mira del peligro?

Ramón estaba amarrado en medio de dos peligrosas fieras con cuerpo de trolls femeninos que había estado tocando una especie de batalla de musical por varias horas con el fin de dejar expuesto sus sentimientos por él. En esta batalla, las reina del pop y del rock combatían con todo de ellas para que el troll se diera cuenta quien debía ser su verdadera alma gemela y lo dispuesta que ambas estaban de tener el corazón de él junto al de ella.

—Por favor, puedes contar la historia por donde empezó, el público se confundirá.

—Bien Ramón.

24 horas antes. 

El troll caminaba comiendo las delicias que su amiga Val le había presentado, los helados de Vulcano city a pesar de la presentación diferente, por suerte los sabores eran iguales. Ambos estaban caminando para nada sospechoso, no era como si la troll estuviera llevando a Ramón a un lugar en específico con una reina enamorada. El plan era sorprender al troll con un concierto único y especial que solo Barb sabía dar, pero con un toque especial, el corazón de ella como tema principal de sus canciones. Este era un honor que cualquier chico y chica quisiera tener porque Barb era la chica más codiciada de todas en la ciudad. 

—Por cierto, Val, no he sabido nada de la reina los últimos días. ¿Ella estará bien? ¿Ocurrió algo que deba saber? O, ¿solo necesitaba algo de tiempo a sola?

—Oh bueno Ramón, sabes que tenemos este evento de rock cultural. Ella al ser reina debía estar ocupada con esto para asegurarse de que todos los protocolos aburri..., quiero decir, interesantes que propusiste se cumplieran al pie de la letra.

—Sabes eso era lo que quería hablar con ella —Ramón suspira preocupando a Val de haber dicho algo indebido —. Me hizo muy feliz que mis ideas y sugerencias sean escuchadas y apreciadas. Sin embargo, tal vez sea por mi tiempo en Villa Troll, pero sé reconocer cuando alguien hace mis sugerencias porque le gusta y cuando lo hacen por obligación. Barb se nota que está dispuesta a darle oportunidad a otras cosas fuera de su zona de confort, pero ustedes los notó molestos.

—No lo digas, ¿por qué pensarías esa tontería? —preguntó nerviosa la chica.

—Val, seré pop de corazón, pero no soy idiota. Sé lo que pasa por tu cabeza antes de que lo digas. Por ejemplo, dirás: "Eso es imposible"

—¡Eso es imposible! Espera, no es justo.

Ramón se río y le aclaró a la chica que no había nada de malo que ellos no le gustaran sus ideas, si algo había aprendido de este viaje era que no siempre debía hacer lo que él quería. Aprendió lo que se sentía ser reconocido y apreciado. Solo que también, él se daba cuenta de que no siempre sus propias ideas eran las mejores y está bien que los demás se lo señalen para evitar cosas como una infestación de plantas ojos de seguridad.

—En fin. Quería hablar con Barb de eso. Quiero que ella siga siendo ella misma y no tenga miedo de decirme, no cuando sienta de que yo no tengo la razón. 

—Pero ella lo hace porque te aprecia.

—Eso lo sé. Pero, la razón por la que quiero mucho a la reina Barb es porque ella es salvaje y sabe reconocer a su manera los límites de lo seguro y peligros, no tengo problema de que roma con una motosierra un sofá cuando esté estresada. Solo pido un poco de sentido común, cosa que aun sin mí ella entiende perfectamente. No sé como decirlo, creo que solo quiero que Barb sea ella misma conmigo sin que se pierda nada de su verdadero yo. Me hace feliz verla brillar a su manera.

Armonía de dos trolls IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora