Fui a casa con el corazón en un puño. Era valiente y sabía superponerme a cualquier adversidad, sin embargo, imaginaos como sería decirle a las personas que te han criado y cuidado: "¿Puedo ir con mi novia a una ciudad mítica medio sumergida para luchar contra un matadioses inmortal y de paso conocer a Zeus?". Tenía la obligación de seleccionar cada palabra delicadamente y prever las consecuencias y el impacto de cada frase. Entré al piso decidido a conseguir mi objetivo y les dije a las chicas que necesitaba hablar urgentemente.
-Vosotras os enamorasteis cuando ibais al instituto y ahora estáis casadas, por lo cual, entenderéis más que nadie del tema del cual os tengo que contar. Escuchadme, por favor.
-Te escuchamos, Bruce. Te queremos y comprenderemos cualquier cosa que te pase- dijo Minerva mirándonos a Vanesa y a mí.
-Veréis... Es sobre Narcisa. Ha pasado algo... ¿Cómo decirlo...? Nefasto, y no quiero dejarla de lado ahora que está en un momento de debilidad.
-¿La has preñado?- preguntó Vanesa haciendo enfadar a Minerva.
-Delicadeza, Vanesa. ¡Delicadeza!- remarcó Minerva.
-Yo solo digo. Puede ser que algún momento ellos dos se hubieran apasionado demasiado y... Bueno eso. Es posible.
-¡¿QUÉ?! ¡No, no, NO! Tranquilas, no está embarazada. Es un tema sobre su origen...
Ellas ya sabían que Narcisa no era una humana normal, pero les expliqué más a fondo varias cosas sobre ella para contextualizar.
-... El problema es que ahora va a volver a la Atlántida porque sus padres creen que es el lugar más seguro y apto para que los dioses planifiquen cómo vencer a Dominus... Y yo quiero acompañarla. La amo y por nada del mundo desearía dejarla sola en un momento tan crítico. Tiene miedo, y quiero ayudarla como ella me ayudó a mí en Avalon. De no ser por su bondad, calidez, voluntad y ternura, yo estaría muerto. Os suplico que me dejéis ir. No digo que ella no pueda valérselas por si sola, sin embargo, me arrepentiré cada segundo de mi vida si le pasa algo y ni siquiera estaba ahí para apoyarla.
Vanesa y Minerva se quedaron pensativas unos instantes, y me dijeron que vaya a mi habitación mientras lo hablaban. Me senté en la silla del escritorio, me puse los cascos y me puse la canción "Hemicraneal" de Estopa. No quería oír lo que hablaban las chicas hasta que me llamaran. Necesitaba conservar la esperanza, porque me hundía pensar en la posibilidad de no volver a ver a Narcisa nunca más. Una sensación de inseguridad, de vértigo, de impotencia, como cuando sientes un terremoto. Como cuando tiembla furiosamente la tierra. No existe una única y verdadera certeza, sino todo un abanico de posibilidades. Pero esa sensación me curtió en Avalon y me convertí en el Rey.
Minerva me llamó y fui al salón intentando aplacar el miedo.
-Hemos estado reflexionando sobre lo que nos has dicho y...
-¿Y?
-Vanesa y yo creemos que eres suficientemente responsable y decidido para enfrentarte a cualquier adversidad, y además tienes un noble propósito. Te permitimos ir con ella, Bruce, pero vuelve lo más pronto que puedas. Nosotras también te queremos.- dijo Minerva, provocándome tal alegría que salté a abrazarlas a las dos.
Había conseguido mi objetivo. Podía acompañar a la bella Narcisa en sus aventuras y desventuras... No obstante, en ese momento no podía tener idea de lo que se nos venía encima. ¿O sí podía?
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Atlante
AventuraNarcisa, de sangre divina y raíces atlantes, disfruta de su maravillosa vida en el mundo humano, hasta que el destino de la Atlántida, se ve amenazado por un matadioses. Un ser inmortal llamado Dominus, el Mermado, que no desistirá en su deseo de de...