Estuvimos un rato escuchando música y hablando, hasta que nos estiramos en una cama del Gladius y Narcisa se quedó dormida en mis brazos. Sin embargo, yo quería quedarme despierto. No tenía ningunas ganas de volver a tener un sueño extraño, porque me daban la sensación de que eran presagios, y no precisamente buenos. Había algo escondido en mi mente que me atormentaba, y de hecho, el sueño en el viaje desde Barcelona hasta la Atlántida no había sido solamente el segundo. Desde el incidente de Avalon, recordaba haber tenido dos sueños más, cada uno más desconcertante y singular que el anterior.
El primero fue apenas tres meses después de la aventura. Había sido un día ajetreado y no muy agradecido, ya que fue la vez que Quin se pasó de la raya. Su ira y frustración provocaron que hiriera a un chico gravemente por haberse metido con Narcisa... Y lo hubiera matado de no ser porque le paramos los pies. El caso es que lo expulsaron del instituto definitivamente y, tanto la chica como yo, no nos apetecía hablar con él en lo más mínimo. Esa noche me sentía mal, preocupado y muy indispuesto, porque me desquiciaba pensar hasta qué punto había llegado alguien como mi mejor amigo de la infancia, alguien tan divertido y generoso, alguien que siempre había estado ahí para cualquiera que necesitara ayuda. Alguien que, aun sin tener poderes, había tenido el valor para enfrentarse a Mordred mano a mano conmigo. Me costó muchísimo dormirme y a las seis de la mañana me desperté con un grito y el corazón sobresaltado.
Se me quedó grabada en la mente esa pesadilla para toda mi vida. Era una noche nublada y estaba en un prado verde muy grande. Aunque fuera un sueño, notaba que la tierra temblaba bastante. De repente, comenzó una tormenta eléctrica, pero sin lluvia, y entre los relámpagos pude vislumbrar una figura alada increíblemente grande. El suelo tembló aún más y surgió una grieta enorme que aparentaba partir el mundo en dos. De ella salía una brillante luz anaranjada y rojiza y me quedé mirándola con Excalibur en mano hasta que se manifestó una figura que me resultaba familiar... Sentía que era un presagio... O tal vez solamente era una alteración de lo que ya había pasado.
El segundo ocurrió en el 2017, un año después de lo de Avalon. Ese día idílico de primavera fue el cual le regalé a Narcisa el anillo con la esmeralda. Estábamos ella, yo y sus padres visitando Castellfollit de la Roca, cuando en un momento que paramos, utilicé mi poder delicadamente para crear el regalo de Narcisa. Esa noche me dormí pensando en ella, en su ternura y en lo tanto que la quería. El sueño empezó de forma escalofriante. Narcisa gritó mi nombre a todo pulmón, sin embargo, yo me encontraba en una especie niebla oscura que aparentaba no tener salida. Seguí escuchando los gritos estremecedores de la chica, mientras buscaba con desesperación la manera de salir de la niebla. Entonces llegó el momento más terrorífico del sueño: una voz grave se rió y escuché aterrado un sonido de un filo clavándose en algo y a Narcisa dar un último grito de sufrimiento. Me desperté llorando y empuñando a Excalibur. Lo cierto es que esa voz grave me sonaba...
Antes de que me diera cuenta, llegamos a Limeni, pero no desperté a Narcisa. Simplemente, estaba bien allí, abrazándola mientras dormía apaciblemente. Estaba seguro de que tanto lo que quería ella como lo que quería yo era que todo se arreglara y pudiésemos volver a pasar juntos el tiempo, con las preocupaciones justas y necesarias. Entonces, no me concentré en el pasado, sino que pensé un momento en el futuro. Muchos podrían decir que el futuro no existe, que únicamente es lo que creemos o queremos que suceda... Y yo deseaba tener un futuro con ella. Quería pasar el resto de mi vida a su lado, para lo maravilloso y para lo terrorífico. Tenía claro que nunca la abandonaría.
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Atlante
MaceraNarcisa, de sangre divina y raíces atlantes, disfruta de su maravillosa vida en el mundo humano, hasta que el destino de la Atlántida, se ve amenazado por un matadioses. Un ser inmortal llamado Dominus, el Mermado, que no desistirá en su deseo de de...