Corrí. Corrí más rápido de lo que había corrido nunca. Sentía que mi muerte me pisaba los talones. Grité todo lo fuerte que pude para pedir ayuda y legué a donde antes estaban Bruce y Zeus, pero no había nadie. Contemplé a punto de desmayarme a Dominus acercándose lentamente a mí. Clavó la lanza en el suelo y dejó el escudo.
-¿Quién te protege ahora, niña? ¿Quién te va a ayudar?- dijo el Mermado, pero oí una segunda voz encima de nosotros.
-¡Nosotros, imbécil!- exclamó Bruce y tanto él como Zeus, que estaban colgados en el techo con unas raíces, se tiraron sobre Dominus.
Zeus le dio un puñetazo al Mermado en la cara desde arriba que lo hizo estamparse contra el suelo. Bruce estuvo a punto de clavarle a Excalibur en el cuello de no ser por Nix, que apareció detrás de él y le agarró el brazo. Nix invocó unas cuchillas violetas y comenzó a batallar con Bruce. Dominus y Zeus se empezaron a asestar tales golpes que hacían temblar el túnel, dando cabida a la posibilidad de que se derrumbara todo. Esquivé a Dominus y a Zeus dando un saltó y me abalancé contra Nix para ayudar a Bruce. Yo le barrí las piernas a la diosa y Bruce la enterró debajo de una gruesa capa de raíces y rocas.
-¡DOMINUS! ¡Se escapan!- gritó ella y Dominus acudió a ayudarla.
Bruce y yo corrimos a por Hefesto.
-¡Hefesto! ¡Has de venir con nosotros!
El dios no respondió y ni siquiera se inmutó.
-¡Chicos! Dejadlo K.O. y llevároslo a cuestas!- gritó Zeus forcejeando con Dominus.
-Viejo maldito. Pensaba que luchar contra ti sería más fácil, como tu hijo, Ares. Decepcionante para ser el dios de la guerra- dijo Dominus con una sonrisa.
Su coraza grisácea, su lanza, su escudo, su falda espartana hecha de telas negras y su casco espartano negro le daban un aspecto aterrador. Además, una especie de densa niebla oscura tapaba sus ojos y nunca podías saber que había detrás.
Empezaron a llover rayos por la cueva mientras Zeus peleaba, aparentemente para evitar que Nix nos siguiera, no obstante, no parecía que la fuera a contener mucho tiempo. Le di un puñetazo a Hefesto, lo cargué a mi hombro si ningún esfuerzo y Bruce y yo nos dispusimos a correr sin mirar atrás. El chico hacía brotar raíces y hacía aparecer rocas para bloquearle el camino a Nix, pero íbamos a ciegas, ya que no conocíamos los túneles. De repente, el rayo más grande y brillante que haya visto en mi vida pasó por delante de nosotros, atravesando las paredes. Se oyó un grito de guerra de Zeus y todo empezó a derrumbarse y a inundarse. Bruce podía parar las piedras y hacer que el techo del túnel no nos aplastara, sin embargo, no podía hacer casi nada por el agua, ya que esta siempre encontraba un hueco entre las rocas. El chico empezó a hiperventilar y miraba todos lados buscando una solución, mientras construía una burbuja protectora de ramas y rocas distintas. El agua ya nos llegaba por la cintura y me miró con una expresión de tristeza y desesperación que casi me hizo llorar.
Aún con Hefesto en brazos, reflexioné por unos segundos lo que podría hacer, pero simplemente se me venía una y otra vez el problema del agua... Hasta el momento que recapacité y pensé que tal vez el agua no era un problema. Cuando casi nos llegaba al cuello, me concentré en el roce de esta y miré a los ojos a Bruce. Cada vez sentía más que el agua se enlazaba conmigo, que creaba conexiones y cuando esta nos cubrió por completo, cerré los ojos y me sentí viva y extremadamente poderosa por un momento. Moví un poco la mano y al abrir los ojos, la burbuja ya no tenía agua. Dejé al dios forjador en el suelo y le dediqué una gran y amplia sonrisa a Bruce.
-¡Guau! Eso ha sido... ¡Impresionante! Y lo mejor es que has sonreído como hacía tiempo que no sonreías- exclamó Bruce echando chispas de ilusión y saltó a mis hombros para darme un fuerte abrazo y un beso en la mejilla.
-Hay que salir de aquí, Bruce, y creo que sé cómo. Abre la burbuja protectora, confía en mí. El agua me dirá el camino.
-Confío en ti- dijo Bruce y las ramas se retiraron, dando paso a un torrente de agua que paré con mi recién descubierto poder.
Sentía las corrientes y los caminos del agua y pude deducir por donde había entrado. Antes de volver a correr, oímos a Nix detrás de nosotros.
-¿A dónde os pensáis que vas? Hefesto ya no nos sirve, pero Zeus... Je, je, je...- dijo Nix sonriendo.
De la oscuridad que la rodeaba salió Zeus, ahora calmado y sosegado.
-¡¿Qué le has hecho?!
-Él será un aliado muy útil, no obstante... Ahora le toca a Dominus.
Este salió de repente de detrás de la diosa y se abalanzó contra nosotros. Bruce intentó pararlo con ramas, raíces y rocas, y aunque estas llegaban a clavarse en la piel del Mermado, él no paraba de avanzar. Comencé a correr con Hefesto a cuestas, pero Bruce se quedó atrás.
-¡Corre, Narcisa! ¡Yo lo mataré!
En ese momento, pensé en todas las veces que había huido, en todas las veces que había evadido la batalla. ¿Y si era el momento de luchar? Una tentación pasó por mi cabeza: enfrentarme a Dominus cara a cara... Sin embargo, me di cuenta de que no teníamos opción alguna contra dos dioses y un inmortal. Ni siquiera repliqué y simplemente me cargué al hombro a Bruce lo llevé tanto a él como al dios forjador por los túneles, con Dominus persiguiéndonos.
-¡AH! ¡NARCISA! ¡BÁJAME!- gritaba Bruce mientras me concentraba en el agua que inundaba todo el túnel.
Cuando por fin había encontrado la dirección correcta para llegar a la salida, parecía que ya había conseguido despistar a Dominus... Hasta que una lanza se me clavó en la pierna y me caí al suelo con un grito de dolor. Bruce invocó unas rocas puntiagudas que empalaron al Mermado y que nos dieron un poco de tiempo.
-¡AAAAAH! ¡Mi-mi-mi PIERNAAA!
-¡Narcisa! Relájate, concéntrate en el agua y dime por donde salir. Solo te pido eso Narcisa. Yo nos sacaré de aquí, pero únicamente te pido un último esfuerzo. ¡Por favor, amor!- dijo el chico y pude olvidar el dolor un momento, por el agua y por sus ojos.
Señalé débilmente la dirección por donde estaba la salida y me desmayé de la agonía y el dolor.
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Atlante
ПриключенияNarcisa, de sangre divina y raíces atlantes, disfruta de su maravillosa vida en el mundo humano, hasta que el destino de la Atlántida, se ve amenazado por un matadioses. Un ser inmortal llamado Dominus, el Mermado, que no desistirá en su deseo de de...