Inu No Taisho se encontraba solo en su oficina personal cuando el llamado de la puerta sonó.
─ Ya está listo, gran señor. ─fueron las palabras de la sirvienta.
El lord sonrió para sí mismo.
A pasos ligeros, acompañado por la sirvienta, cruzó el gran palacio hasta llegar a los aposentos más apartados.El hombre trató de evitar relamerse los labios al jugar a imaginar que podría encontrarse del otro lado la puerta. Se encargó de reclutar a las mejores modistas y maquilladoras para que arreglaran al arruinado Sesshomaru. Esa era su recompensa por haber sido un buen chico.
Y luego de ello, podrían divertirse un poco, tal vez.
Aprovecharía el valioso tiempo mientras el joven príncipe, InuYasha, se encontraba fuera del palacio.Con mucho orgullo, las sirvientas contratadas presentaron su arduo trabajo.
Cuando se les encomendó convertir en una pieza de arte a lo que parecía un marginal vagabundo casi murieron de un infarto. Quedaron boquiabiertas aun más cuando las indicaciones pedían que, prácticamente lo hicieran ver como una Lady real.
La líder de ellas las motivó catalogando a su equipo como profesionales e hicieron un milagro con solo una bañera de agua caliente, cremas para el cabello y aceites perfumados.
Su asombro solo lo dejó brillar a través de sus ojos. Contemplaba a solo cinco pasos de él, aquella figura que parecía sacada de un cuento de hadas.
El amo y señor pensó que el vestido de doce capas se le veía demasiado pomposo, en su humilde opinión. Era de colores apagados, estampados grandes de flores.
Su piel fue cubierta de maquillaje, ocultando todo rastro de moretones que ha dejado en su piel con el tiempo.
No hubo mucha solución para su cabello.
Ya que este estaba corto hasta el mentón del chico. Al llegar a las manos de las damas, estaba quemado y seco.
Gracias a los tratamientos ahora brillaba como solía hacerlo. Para compensar el largo faltante, las damas lo adornaron con diferentes dijes y joyas.La mirada de Sesshomaru estaba perdida. Sin brillo. Sin vida.
Miraba algún punto fijo en el suelo, sin prestar atención a su alrededor.─ ¿Dio problemas? ─ preguntó el Lord, acercándose a su mascota.
─ Ninguno, señor.
Con sus largos dedos tomó del mentón al más joven, obligándolo a verlo a la cara. Esta vez no se resistió ni desvió la mirada. Tampoco lo vio con asco, odio, o resignación. Parecía un muñeco vacío sin alma.
Con su pulgar, evitando cortarlo con sus afiladas uñas, acaricio los rojizos y aceitosos labios de Sesshomaru.Sesshomaru odia que jueguen con su boca. Por sobretodo odia los besos. Inu No Taisho intentó provocarlo al acariciar aquella zona, sin obtener nada. Ni un gruñido. Nada.
Entonces, detrás de un biombo tradicional, Ino No Taisho practicamente lo arrastra hasta allí. Dejando paradas en fila a las sirvientas y doncellas quienes no eran más de diez, sin moverse hasta nuevas ordenes.
Ante el Lord, Sesshomaru le hace recuerdo a las incontables doncellas humanas que los pueblos entregaban en su honor como ofrendas. El más joven está erguidamente sentado sobre sus rodillas. Sus manos, están blancas gracias al maquillaje. Tal y como estaban antes de estos treinta años de esclavitud.
Por supuesto que él ha cambiado desde entonces. Si no fuera por el sello, Sesshomaru sería un apuesto caballero con la apariencia de dieciocho años humanos. Sin embargo, aquel sello ha retrasado en todo sentido todo el desarrollo que Sesshomaru debió tener.
Inu No Taisho está complacido con su actual apariencia, solo luce un poco más grande, como si tuviera dieciséis en años humanos. No es pequeño ni muy grande. Goza de plena juventud.El pensamiento hace que su entrepierna haga cosquillas.
Libre de su imponente armadura, descaradamente empieza a tocarse a sí mismo por debajo de sus pantalones.Sesshomaru nota esto más no se sorprende. Esta vez no se molesta, ni se sonroja. Incluso está acostumbrado a peores obscenidades. ¿Cuando exactamente se extinguió su pudor?
No lo recuerda.Estos años, esta horripilante tortura llamada: "─ Sin importar cuanto me lleve, sin importar que tan difícil creas que puedas ser, haré por cualquier medio que me seas leal, obediente y sumiso. Serás mi perra, te haré rogar por mi hombría." parecen dar frutos estos días.
Con toda concentración, Inu No Taisho observa con deleite y precaución como aquellas finas manos se aventuran a liberar a la gran bestia de la estorbosa tela de sus pantalones. Aquellas manos están frías, contraste enorme a comparación con el cálido palpitante pene del hombre mayor.
Es la increíble primera vez en la que Sesshomaru actúa sin que le de una orden inclusive obligue a cumplirla. Sus movimientos son voluntarios, Inu No Taisho está alerta a cada uno de ellos si acaso el mocoso cree que puede hacer algo indebido. Un castigo es lo que merece por no esperar a la ordenes de su amo.
Sin embargo, estas actitudes mantienen al mayor ronroneando de placer y de mucha curiosidad.
Además, es la primera vez que Sesshomaru lo toca de esta manera. Los movimientos de su mano en su gran falo es bastante lento y cuidadoso. Arriba, abajo. Siendo tan delicado como la caricia de una flor, sus dedos, en especial, se encargan de hacer el trabajo de acariciar zonas que cree son erógenas.
Cómo resultado, obtiene que el pene de Inu No Taisho se ponga completamente erecto.
Esto hace que vibre de emoción. El lord coloca su mano sobre las de él y lo guía a movimientos más seguros, veloces.
─ Abre la boca. ─ ordena, al mismo tiempo que deja salir un gimoteo.
No es necesario que se lo diga de nuevo, es más, en un veloz moviento, Sesshomaru se deja caer con todo.
Atrapa la glande de su amo con la boca. Mientras se da el lujo de cabezear suavemente, el mayor deja salir el aire de sus pulmones con un gemido grave, profundo.─ La servidumbre está a solo unos cuantos pasos, oyendote, hasta podrían ver tu silueta. ─ El lord habla. ─ ¿No te importa?
Sesshomaru no responde.
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• El Cruel Príncipe Del Oeste •
Fanfic》Cuando todo esté mal, puede ponerse peor.《 ___________________________________ ▪︎ Donde Sesshomaru es el centro de atención. El tema de conversación. Un mágico hechizo sobre él. Una enfermiza obsesión. Y como lo usará en contra de sus victimarios...