Capítulo XVI

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Inu No Taisho no tardó demasiado en asearse. Sin mencionar por supuesto que se tomó sus minutos para liberar sus tensiones con su mano derecha. Lo que le serviviria un poco para soportar unas horas más.

Oh ese pequeño tenía razón, la emoción, la espera, lo estaba haciendo mejor. Lo desea tanto, desea tener ese pequeño cuerpo en sus manos. Sin embargo por primera vez en tantos años ya simplemente no puede tomarlo por que si.
De nuevo, hay una barrera que los separa. Una llamada Inuyasha y guardar las apariencias.

Estaba preparado para secuestrar a Sesshomaru esta noche.

...

─ ¡Se quedará a dormir conmigo!

─ Pero, Inuyasha...

El joven mitad bestia se aferró al brazo de su hermano, dispuesto a plantarse caprichosamente hasta conseguir sus objetivos.

─ ¡Ya mande a traer un futón para él! No es necesario que se quede lejos, de todos modos.

─ Sesshomaru no querrá molestar en una morada que no es suya, Inuyasha, entiende. Dormirá en una habitación para invitados.

─ ¡Ni siquiera le preguntaste si quiere irse! Creyendo que puedes hacer lo que quieras. ─ por suerte Inuyasha no se mordió la lengua.

─ Bien. Sesshomaru, ¿Quieres quedarte a dormir aquí? ─ Inu No Taisho preguntó en tono sarcástico, esperando una negativa que jamás llegó.

─ No me importaría. ─ Dijo con su semblante serio. Desde ahí pudo jurar que escuchó la sangre hervir en su amo.

─ ¡JÁ! ¿¡Lo ves!? ¡Te gané! ¡Ahora Vete! ─ Inuyasha rió cantando victoria.

Sesshomaru vio el semblante oscurecido de su amo antes de que este se fuera derrotado sin ganas de discutirlo más. Sintió unos escalofríos extraños en su espalda.
Quizás estaba jugando a un juego peligroso y no lo sabía.

Vestidos con ropa cómoda para dormir, los dos futones fueron acomodados uno al lado del otro.
Sesshomaru se recostó en él todavía sin digerir lo que había pasado.

Las luces de las velas fueron apagadas. Oscuridad, silencio.

Cuando creyó que podría cerrar los ojos tranquilo la voz de Inuyasha rompió aquel precioso silencio.

─ ¿Crees que podamos convencer a papá de cancelar el viaje?

¿Porqué le está hablando así? ¿Como si compartieran a ese hombre como padre?

No, no consideró la posibilidad de que este chico se le ocurriera hacer todo menos dormir o quedarse callado. Solo suspiró, otra vez, antes de hablar. Esperando que con eso se tranquilizara el príncipe.

─ Tú mismo lo has dicho: tus abuelos tienen una edad bastante avanzada. Verás que pronto inevitablemente dejaran este mundo. ¿Quién sabe si está es la última vez que los visitas?

─ Pero, pero-

─ Además, mientras más rápido llegues, más rápido estarás de regreso. ─ interrumpió.

Hubo silencio por fin en esa habitación. Por un corto tiempo.
No hizo falta verlo para notar como el menor se acomodaba de costado mirándolo en su dirección.

─ Eres... tan listo.

Sesshomaru abrió los ojos y decidió mirarlo de vuelta. El color dorado en los ojos de Inuyasha eran tan fuerte tes que parecían que brillaban en medio de esa oscuridad.

─ Quiero decir, creo que tienes razón. No eres como papá. Eres más listo, sabes explicar mejor las cosas.
¡Él sólo da órdenes y a veces me grita!

─ No hace falta que me hagas una demostración. ─ frunció el ceño molestó por el tono alto.

─ Lo siento... ¿Lo ves? Nos llevamos así todo el tiempo, a los gritos. Llegas tú y hablas... tan bajo que apenas puedo oírte. Así como te recordaba.

─ Ajá... descansa.

─ ¿Qué, ya tienes sueño?

─ Si no quieres dormir, puedes hacer lo que te plazca. Si no te callas ahora, me iré.

No hubo contestación, quizás un murmullo por lo bajo. Sesshomaru se encontraba recostado boca arriba bien derecho. Mientras que Inuyasha se había dado la vuelta molesto por haber sido callado.
En cuestión de minutos y por fin, pudo escuchar los ronquidos y respiración tranquila en el mitad bestia. Se había quedado dormido.

Aunque Sesshomaru había estado quieto con los ojos cerrados no había logrado conciliar el sueño. Una ansiedad que lo carcomia no le permitía hacerlo. La sensación de estar alerta a cualquier ataque.
Una pierna cayó sobre la suya repentinamente. Al abrir los ojos vio que pertenecía al menor, que dormido había llegado más cerca de él. Sesshomaru notó la falta de fuerza que tenía cuando le costó quitárselo de encima.
Era plena madrugada cuando escucha el crujir de la madera.
Entonces se sienta para ver que es, aunque no pueda ver más allá de lo que refleje la luna.

Unos ojos dorados que brillan en la oscuridad, como Inuyasha. Siente un escalofrío en la espalda otra vez y un vacío en el estómago. Como si hubiera visto un monstruo. Era Inu No Taisho parado en el umbral a medio cerrar de la habitación. Bueno, básicamente era lo mismo que ver a un monstruo.

Movió sus dedos llamandolo. Sesshomaru lo miró de arriba abajo y notó que las ropas interiores no podían ocultar la erección de su amo. Tenía la obligación de obedecer y satisfacerlo. Sin más, no lo hizo, eligiendo ser rebelde otra vez.
Negó con la cabeza y se volvió acostar.

Este juego le parecía divertido. Oyó el gruñido bajo y molesto. Esto lo impulso acercarse a su dormido hermano y usarlo de escudo. 
Funcionó, el monstruo se había ido.
Cuando ya iba a volver a su lugar, el dormido Inuyasha se volteó posicionando otra vez su pierna sobre él.

...

Al día siguiente, luego de desayunar, el príncipe se preparó para partir nuevamente. Esta vez sería escoltado por guardias leales a su padre que lo llevarían a su destino así llueva, truene o se destruya el mundo. Pero Inuyasha estaba de mucho mejor humor que la primera vez.

Inu No Taisho por supuesto notó que eso fue gracias a su esclavo. Sabía que en el fondo su Inuyasha aún le guardaba mucho aprecio. Suspiró profundamente saludando a su hijo a lo lejos, sabiendo que ahora sería casi incapaz de quitarle aquel chico que se hacía pasar por su hermano.

Si Inuyasha era feliz, entonces tendrían que fingir ser una familia a partir de ahora. Por ello ordenó a todos en el palacio que jamás nadie se atreviera a meter la pata al respecto.

─ Mi señor. ─ habló uno de sus soldados haciendo una reverencia─  El ... joven Sesshomaru ha estado correteando por todo el palacio. ¿Desea que lo detenga?

─ Dejalo, me ocuparé personalmente de él. No puede huir de todos modos. ─ Sonrió relajado, al comenzar a caminar siguiendo su olfato aquella sonrisa se convirtió en una grotesca sonrisa de perversión

• El Cruel Príncipe Del Oeste •Donde viven las historias. Descúbrelo ahora