Deja entrar a todos sus amigos, el presente del enemigo.
No piensan demasiado en tu frágil corazón.
Comen de la mesa que pones, así que te mueres de hambre.
Deja de respirar, no, no dejes que te vean.
Encuentran cualquier manera solo para hacerte quedar
Justo donde te quieren, en sus juegos cubiertos de orina....
La histeria. O la euforia. La impulsiva necesidad de destruir algo o alguien, lo que sea. Sesshomaru gritó hasta quedar afónico. Cuando se dio por vencido, dejó de moverse y emitir sonido alguno. Las cuerdas estaban lo suficientemente apretadas como para poder desatarse por su cuenta. Sin embargo, también estaban lejos de ser un torniquete tortuoso como solía ser. ¿Un detalle delicado de parte del amo? ¿Él? ¿Siendo considerado?
Una bestia impredecible que Sesshomaru debe domar. Ese es el objetivo de toda esta mierda. Por eso él está aquí. Se lo recordó una y otra vez como una mantra mientras el sol caía en el horizonte del Oeste, para dar paso a la oscura noche.
...
Dejando el bullicio de la primera noche atrás, Inu No Taisho recorrió los pasillos de su palacio sin prisas, con una sonrisa familiar colgada en su rostro. Hacía tiempo que no sentía las ganas de reír en un ambiente tan ameno, gracias a la manada de lobos que estaba de visita. El sentirse de buen humor era agradable y abrazaba el sentimiento, un alivio al estrés.
Llevaba consigo una suerte de bento cuyo contenido eran trozos y trozos de la gran carne asada que se festejo en el patio principal. Esta comida era especialmente para Sesshomaru, ya que él por desgracia no pudo asistir.
Al abrir las puertas fue recibido por el silencio y la oscuridad de la noche. Como si nadie estuviera descansando en su cama. Con el chasquido de sus dedos la habitación se iluminó bajo las llamas de los faroles. Esperaba no despertar de manera brusca al bello durmiente que posaba exactamente donde lo había dejado por última vez.
Inu No Taisho dejó la caja de bento sobre una mesita antes de acercarse a su tesoro.
Las sabanas desparramadas eran una clara señal de todo el movimiento que hubo antes de que su preciado Sesshomaru cayera rendido. El olor a excitación es muy tenue, eso le decía que no hubo mucha diversión en su ausencia. El juguete que estaba a unos centímetros de su costado, abandonado le confirmaba sus sospechas.
Con mucha delicadeza procedió a desatarlo y acomodar sus ropas. Unos suaves quejidos salieron de los labios de Sesshomaru, más no fue suficiente para despertarlo.
El lord pasó su brazo por debajo de la espalda del menor, levantandolo levemente. Inu No Taisho sabía que su propia fuerza a veces era difícil de controlar, por eso iba tan lento como un caracol.
Aún recuerda cuando de un estirón le dislocó el brazo izquierdo, por accidente, por supuesto.
No quiere repetir ningún accidente más.
Meció suavemente ese cuerpo dormido, llamándolo en susurros, juntando todo lo que le queda de paciencia.
El joven responde al reaccionar con gestos que gritan 》No quiero despertar 《 y murmullos molestos.
- Sesshomaru. - Inu No Taisho llama una vez más.
- Mngh. - respondió.
- Sesshomaru, es hora de comer. Despierta.
No tuvo más opción que ceder ante la orden, e ir abriendo los ojos de a poco. No parece estar en el mejor de los estados. Somnoliento y cansado como si hubiera trabajado todo el día.
No hubieron más palabras en el medio, aunque el joven le hubiera gustado decirle que se vaya a la mierda, él y su estúpida carne.
No hay escapatoria ni excusa que lo salve, Sesshomaru fue obligado a comer todo lo que el lord del ofreció.
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• El Cruel Príncipe Del Oeste •
Fanfiction》Cuando todo esté mal, puede ponerse peor.《 ___________________________________ ▪︎ Donde Sesshomaru es el centro de atención. El tema de conversación. Un mágico hechizo sobre él. Una enfermiza obsesión. Y como lo usará en contra de sus victimarios...