Capítulo XXXXVII

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No pudieron avanzar más allá a pesar de que la situación era sugerente. Al menos no cuando Jaken llamó a la puerta insistente sin saber que estaba siendo una molestia.

Inu No Taisho prefirió dejar pasar cualquier cosa que hubiera sucedido en ese cuarto si se dejaban llevar. Sesshomaru no se quejó al respecto.

Lo primero que hizo al abrir la puerta fue patear a Jaken lejos muy lejos. Como para desquitarse.

Así, una vez más, el sirviente verde perdió su oportunidad de ver al tal Sesshomaru.

Por otro lado, Inuyasha daba vueltas en su habitación, consumido por la ansiedad. Hasta el momento no había detectado alteraciones por parte de su padre, lo cual, significaba que nada había pasado. Aún así, no podía evitar comerse las uñas. Ciertamente no tener paz era de lo más fastidioso. Sesshomaru había dejado de parecer asustado. Por otro lado, eso también lo intrigaba.

Debía de confiar en él, muy raras veces su hermano se equivocaba. Extrañas veces.

─ Ay, que dolor. ─ Jaken llegó arrastrando su cuerpo adolorido por los pasillos hasta llegar a la puerta de la habitación del príncipe. ─ Joven Amo Inuyasha, su padre lo espera en el salón. ─ Anunció.

A los pocos minutos solo el chillido de la madera escuchaba entre los pasillos del palacio. El rápido y pesado andar de Inuyasha seguido por Jaken.

Inuyasha tenía tan pero tan poca consideración que cerró bruscamente la puerta del salón principal detrás de sí dejando a Jaken fuera. Al menos, el sirviente descansaría.  Eso pensó mientras se sobaba la punta del pico.

Dentro del salón, ahí su padre y hermano le esperaban. Su padre descansaba sobre su trono, símbolo de todo del poder de su estatus. Y frente a él, de pie, su hermano mayor. Sin ningún rasguño.

¿Por qué tendría que tenerlo, en primer lugar?

Sacudió esos pensamientos de su mente mientras se acercaba. Se trataba de su padre, así que nunca hacía una reverencia por él si no era en una reunión importante. Tampoco Inu No Taisho reclamó al respecto.

─ Qué bueno que llegaste.  ─ mencionó, antes de comenzar ─ He estado reflexionando ¿Saben? Sobre lo que se hablo esta tarde. ─ procedió. ─ Han sido días ocupados y siendo honestos, agotadores, al ser casi improvisado sobre la marcha. Pero, las cosas han cambiado. ¿No? Aún tengo asuntos que arreglar, pero no has caído un milagro del cielo. Sesshomaru. ─ señaló. Luego miró ambos hermanos confundidos. ─ Cuando estimaba que, al despertar, Sesshomaru fuera necesitado de reposo y demás, llegó y lo encuentro en un perfecto estado. ¡Quedé congelado de la impresión! Tan magnifico, una capacidad de recuperación envidiable. Sin dudas. Por supuesto, como dije, reflexione sobre sus palabras. También quiero que tengan por sentado que traer sirvientes nuevos en mi ausencia era un riesgo demasiado alto. Pero, ahora que estoy aquí, soy consiente de la falta que hace que alguien tome las riendas de este lugar en cuanto mantenimiento se refiere. ¿Y quien mejor que Sesshomaru? Al ver tan apasionado interés por este palacio que hizo hasta lo imposible… me hizo comprender que es el indicado para el trabajo.

Fingido o no, Sesshomaru dejo que su reaccion sorprendida se reflejara en su mirada. Tampoco es que esta fuera una decisión estuviese en los planes de Sesshomaru o por lo minimo fuera predecible. Inu No Taisho siempre sacaba algo extraño de la manga.

─ En simples palabras, la limpieza de este palacio queda a cargo de Sesshomaru. Él, y sólo él. Así como también te comprometiste en servir como maestro de Inuyasha, lo atenderás en todo lo que él príncipe necesite.

Definitivamente esto no sonaba nada grato.

¿Qué clase de mundo del revés era? ¿Donde el joven demonio de sangre pura estuviese bajo las ordenes de un mitad humano, aquel de sangre sucia?
Por supuesto, con mucho autocontrol, Sesshomaru no sintió asco por eso. Pero estaba algo anonado por la noticia. A pesar de no objetar.

• El Cruel Príncipe Del Oeste •Donde viven las historias. Descúbrelo ahora