Capítulo 5

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BAMBI JO

¿Quién demonios se compraría un coche del que ya no fabrican recambios si quiera más avanzados?

Un gilipollas.

El típico machito.

Venga ya, ¿del 80? Definitivamente no es el mejor Mustang que Ford ha fabricado, y comprar este teniendo las bellezas que hubo antes es como pegarte golpes contra una esquina, estúpido y dañino. Gastarás tanto dinero en la búsqueda de piezas que al final no te quedará ni para el combustible.

No soy quien para juzgar, pero mientras me gotea el aceite de motor por los brazos, ensuciándome con esta mierda, como la mierda que puedo opinar.

Escucho a Alec y Collin discutir en la parte delantera del garaje. Perkins se largó durante una semana al Caribe con su esposa, o por lo menos eso dice él, ya que juraría conocer a su mujer y la que se presentó aquí hace unas semanas, definitivamente no tenía cincuenta años y pesaba tres veces más yo. Al no estar presente le propuse a Billy que yo fuese la canguro de los niños durante este tiempo, básicamente estarían conmigo en el taller, aunque no pudiese vigilarlos correctamente, era un dinero ahorrado, y los niños saben comportarse.  

Cuando escucho demasiado ruido proveniente de los gemelos decido salir de debajo del coche e ir a ver que les tiene tan malditamente excitados. Limpio mis manos ennegrecidas en el mono azul oscuro que definitivamente no es apto para escandalizar al personal, apartando el sudor de mi frente por el bochorno del día y la humedad del trabajo, bajo la cremallera hasta mi cadera atando ambas mangas al frente, aprieto mi cabello amarrado en una coleta alta más fuerte y me dirijo hacia ellos dejando la llave en la mesa de trabajo.

Mientras me acerco puedo escuchar la conversación, averiguando que hay una tercera persona allí. Palmeo la espalda de Marco, compañero de trabajo, que está lijando la chapa de un Pontiac, recibiendo una sonrisa ladeada que derrite a la clienta femenina.

-          Pues dice que es una basura- ese es Collin.

-          Sí, no sé ni porque está tratando de arreglarlo- Alec. ¿Quién mierda es el otro?

-          ¿Entendéis de coches, por lo que veo? – interroga el desconocido.

-          Si, por supuesto, somos hombres- Por supuesto que eres todo un “hombre” Alec

-          Pero preferimos las motos, aunque no se lo digas a ella- susurra finalmente Collin. Pequeños renacuajos.

-          ¿Quién es ella?- pregunta otra vez esa persona. Saliendo de mi escondite me encamino nuevamente hacia ellos.  

-          Yo- pongo mis manos en jarras y veo al chico, aproximadamente de mi edad mirarme de arriba abajo.

-          Nuestra hermanita- los gemelos cruzan sus brazos y elevan una ceja, a veces son escalofriantes cuando hablan a la vez y hacen los mismos gestos.

-          Oh- el chico sigue mirándome unos segundos más mientras es, obviamente, evaluado por mis hermanos. Niega con la cabeza, como si estuviese tratando de quitar ideas de su cabeza. Más le vale y retomo la conversación.

-          ¿Necesita algo?- pregunto.

-          Eh, si, vengo a por mi coche, el Ford del 80- Por supuesto que es tu coche. Tiene toda la pinta de niño bien.

-          Tendrías que haber venido a las once a por él- respondo imperturbable, ¿qué? Sus padres hicieron un buen trabajo mezclando genes.

-          Si, lo siento, no pude venir, tuve una emergencia.

-          No te preocupes, es mejor así, creo que hoy no te lo podrás llevar, me faltan un par de cosas que hacer en él, perdías aceite y he tenido que cambiar las pastillas de freno, no te dejarían sacarlo si viesen que están prácticamente gastadas- Hace una pequeña mueca y eleva su labio en una media sonrisa.

Pillado chaval. Evidentemente el niño bueno, no es tan bueno, he visto cientos de veces ese tipo de gasto de las pastillas, y no se hacen en la autopista de aquí a Dallas. Carreras callejeras. Lo sé, época mala, experiencias agradables acompañadas de algunas bastante malas.

-          Mientras el mecánico lo deje perfecto no tengo ningún problema- estrecho mis ojos. Aquí vamos otra vez.

-          Por si no te has fijado, incluso con la información que te he obsequiado- digo señalando mi vestuario y las manchas de grasa en mi- yo soy tú mecánico.

-          ¿Tú?- abre los ojos como platos- Pensé que Perk lo arreglaría.

-          Perkins no está- respondo tajante.

-          Oh, bien- rasca su nuca y vuelve a mirarme con los ojos entrecerrados- ¿No hay otros mecánicos?- lo voy a matar. Aquí mismo.

-          ¿Tienes algún problema con que yo sea tu mecánico?

-          Gilipollas- susurra Alec queriendo ser escuchado.

-          Es que… eres una…una chica.

-          ¿Quieres un premio por averiguar esa estupidez?- digo ya empezando a estar cabreada, si, no es inusual que esta mierda pase.

-          No…- dice con cuidado.

-          Bien, puedes pasar mañana a por él- digo volteándome para volver a mi trabajo.

-          ¡Por cierto, soy Deon!

Simplemente muevo mi mano para darle a entender que ha sido escuchado y su pequeño ego no sea pateado… por una chica. No lo reconozco de los circuitos, pero obviamente, llevo bástate tiempo sin aparecer por allí. Si quiera como compañía.

-          ¿Tengo que patear su estúpido machista culo?- dice Marcus cuando paso por su lado.

-          No te preocupes Marc, está todo controlado.

-          Como siempre Jo.

Odio que me llamen Jo, pero es como el comenzó a nombrarme hace años, así que es el único al que se lo permito. Después de todo lo que paso…

DEON

Coño.

La nueva no es una mosquita muerta. Y por la mierda que estaba caliente, toda sudada con grasa, y cabreada.

Tengo que contarle esta mierda a alguien, y Caleb recibirá esta información de buen grado.

Como mi almaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora