Bambi Jo
Un ruido proveniente de la planta baja me saca de mi sueño intranquilo, ha sido una noche de tantos pensamientos revoloteando en mi cabeza confundida que el descanso ha sido casi nulo. Un gemido ronco sale de la boca babeante de Zoey a mi lado, la cual tiene una postura de lo más extraña encima de la cama, con un brazo hacia afuera y una pierna en un ángulo que si fuese yo, sería preocupante.
Con el segundo ruido de metal contra metal me desesperezo estirando los músculos agarrotados y bostezo observando por la ventana al viejo árbol que crece fuera.
Adoro esta tranquilidad, este despertar, recuerdos frágiles de cuando era pequeña aparecen en mi mente y trato de mandarlos a volar lo más rápido posible. Sin embargo los ecos de gritos y golpes a las paredes retumban en mis oídos como si los estuviese viviendo nuevamente. Un escalofrío rueda por mi espina dorsal, me concentro en aquello que me mantenía a flote, la hierba, las flores, los pájaros, las abejas y mi vestido favorito. Dulce infancia, dulce inocencia perdida demasiado pronto.
Las palabras de los servicios sociales revuelven mi estómago; no digas de donde provienes, no cuentes nada, la gente no te querrá si se entera, te tomarán como un saco de basura que no quieren que sea tirada en sus casas.
Y eso es lo que hice, solo Billy y Katherine lo supieron, y odié esa mirada que me dieron, pena, lástima, estuve una semana sin hablarles.
Pequeña niña estúpida.
Recuerdo esa mirada de la mujer que me dio a luz, esas palabras hirientes.
Has jodido mi cuerpo niñata asquerosa, nunca nadie te va a querer.
Tu padre es una mierdecilla que quiere llevarte con él, no lo permitiré, necesito el dinero que me dan por ti.
Él me dijo que algún día vendría y me llevaría con él. No sucedió. Los servicios sociales me encontraron antes. Y nunca los volví a ver a ninguno de los dos.
Nunca supe nada más de ellos. Eso está bien para mí. Ambos eran igual de decepcionantes.
Supongo que incluso un año después tras mi adopción definitiva, aún tenía la esperanza de que mi padre viniese a por mí. Esa esperanza terminó desapareciendo.
- Buenos días rayito de sol- sonrío viendo una alborotada mata de pelo rubio apoyada en mi cama.
- Buenos días- suspiro- ¿has dormido bien?
- Si, sin embargo no sé qué diablos están haciendo los chicos abajo, los ruidos me han despertado.
Levantándonos y haciendo turnos para ducharnos nos vestimos con ropa cómoda, unos pantalones de yoga grises y una camiseta de tirantes blanca.
Descalzas bajamos escuchando maldiciones y el ruido de algo siendo cocinado. Al llegar a la cocina vemos a Shine, Deon y Caleb haciendo zumo, y lo que creo que es tocino, huevos y tostadas.
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Como mi alma
ChickLit(Segunda parte de Como mi tinta- La historia de Caleb alias"hijo de Travis y Danielle") Historia para mayores de 18. QUEDA AVISADO! Derechos reservados. Las apariencias engañan. Para bien, o para mal. Las actitudes cambian. Para bien, o para mal...