Capítulo 3

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CALEB

-          Jodida mierda- dice Zoey nada más verme al bajarme de la moto. Si, mierda- No quiero imaginar cómo está el otro tipo.

-          Puedes apostar tu culo que está mucho peor, rusita- El color sube a sus mejillas, odia que la llamen así, amo llamarle así.

-          Eso está bien, ¿qué escusa pusiste al llegar a casa, pequeña mierda?- Parecerá un ángel, pero tiene una boca de camionero más sucia que la mía.

-          Me metí en una pelea por defender el honor de una dama- digo mientras caminamos hacia la puerta del instituto.

-          ¿Te creyeron?- dice elevando ambas cejas.

-          Lo dudo, tiene el voto del silencio paterno- Hayley se engancha al brazo de su prima ocultándose de la vista de resto con sus carpetas. Pequeña chismosa.

-          Bueno, querida hermanita, mejor eso a la academia militar- susurro.

-          Ni se te ocurra repetir esa gilipollez frente a mamá.

Simplemente asiento y desconecto un rato de su charla de chicas. Cierto es que mi madre me mataría con sus propias manos desnudas antes que verme en un uniforme militar. No hay muchos tabús en mi familia, peor el tiempo que pasaron tío Luc y papá en las fuerzas armadas es algo así como un aguijón en el pecho. Mi padre sufrió, mucho, y mi madre a su lado. No tenían edad de sufrir, por eso, básicamente, me alejo de cualquier sentimiento femenino hormonal que se me acerque; fóllalas y de déjalas. Gran lema.

-          ¿La has visto ya?- pregunta Zoey.

-          No, solo su increíble coche, pero sí que he visto las cabezas girar a su alrededor- y con esa frase de mi hermana es cuando me engancho a la conversación.

-          ¿De qué habláis?- pregunto curioso.

-          De la nueva- dicen a la vez para volver a ignorarme.

Campanas celestiales suenan a mí alrededor. Esas dos palabras hacen mi ahora lúcido y con fuegos artificiales. La nueva. Habrá que verla.

Primera pregunta en mi cabeza; ¿qué puntuación tendrá?

-          Un puto, jodido once de mierda merecido hasta el fondo- dice Deon enganchando su brazo por encima de mi hombro. Le cuesta, un poco, soy más alto y más grande que él.

-          ¿Qué?- pregunto.

-          No te hagas el inocente que no te pega. La nueva. Puntuación. Un jodido once de mierda- repite.

-          No será para tanto- digo retirándome de su estúpido agarre marica.  

-          Oh, créeme, la verás por ti mismo. Pero por si acaso; me la pido.

Cabrón.

Al llegar al aula de historia camino directo hacia mi asiento del final. Es mi sitio, nadie se sienta en él. Todos lo saben. Dejo mi libreta y lapicero sobre la mesa y estiro las piernas bajo esta. Mi cazadora cuelga sobre el respaldo de la silla. Y tiro mi cabeza hacia delante sobre mis brazos, es la inercia, odio historia. Es una reacción física inmediata que mi cuerpo origina al sentar mi culo sobre el mobiliario. Una hora de sueño.

Escucho a mi alrededor como todos se sientan y como el profesor comienza con su explicación, a los pocos minutos alguien irrumpe en la clase. Ignorando todo continúo pensando en la puta pelea del viernes. Ese cabrón pegó duro en mi mandíbula. Estaba hasta el culo de esteroides, sus ojos me lo decían a gritos y sus movimientos lentos también. Sin embargo con dos únicos golpes que consiguió tirarme hizo una jodida herida en mi ceja y partió mi labio. El quedó mucho peor. Me cabreó en cuando dio el segundo consecutivo. No dio más.

-          Bambi Jo…

¿Bambi Jo? ¿Qué clase de mierda de nombre es…

Y mi puta boca se seca.

Así.

Sin más.

No.

En realidad hay más.

Porque mi polla aprisiona mis pantalones.

Jo.Der.

Santa. Mierda.

Infinitas piernas bronceadas. Pantalones cortos, muy cortos, vaqueros, rasgados, camiseta gigante de tirantes gris. Botas patea culos militares negras hasta la rodilla...

Y para morir intanquilo sin habérmela comido.

Tatuajes. Una manga de color completa en un brazo, en el otro una pluma de muñeca a antebrazo en grises.

Cabello largo, castaña.

Mierda, date la vuelta.

Estoy duro solo con mirarla desde atrás. Por favor, Dios, deja que no sea un cardo.

Pero mis plegarias dejan de ensordecer mis pensamientos cuando ella gira hacia el resto de la clase. Si cabrones. Los susurros no tardan en aparecer, así como silbidos y algún que otro sonido obsceno. Ella ignora a todos, camina erguida pero como si llevase algo sobre sus hombros con demasiado peso. Sin darme cuenta, aun todavía observándola, su olor golpea contra mí, se sienta con su espalda frente a mí, y al hacer el giro, un suspiro sale de mis labios. Joder. No lleva sujetador, de frente parece imposible descubrirlo, sus pechos cubiertos por su pelo, pero de lado, esa tela que cuelga sobre su hombro…mierda, tiene otro tatuaje ahí, un nombre. No puedo leerlo bien.

Una pequeña pelota de papel impacta contra mi mejilla y giro rápidamente alejando mi mirada de la chica con nombre de cervatillo asustado. Zoey. Hace un gesto con su mano sobre su barbilla y gesticula; la baba.

Perra.

Ignoro su mierda y me centro en el increíble pedazo de culo que tengo frente a mí. Joder… ni siquiera ha sonado bien en mi cabeza llamarle así.

Oh, por el amor de Dios, no has cruzado una jodida palabra con ella y ya piensas así. Vas a terminar mal por esta chica Caleb.

Ignorando a mi estúpida conciencia, la cual por cierto parece no haberse dado cuenta de a quién pertenece, vuelvo mi atención hacia ella. Su pelo parece suave, y su piel es de un color increíble, como dorada con destellos de sol. Y su olor, huele como a cítricos, como esas cremas de olores afrodisiacos, y vainilla si, también eso, pero hay algo más, algo que haría a algunas retroceder, pero que para cualquier hombre con dos pelotas haría que lo que hay entre ellas se levantase como un resorte.

 Aceite de motor. 

Como mi almaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora